Una verdadera lástima por dos motivos:
1) Que esta película haya sido un fracaso de taquilla en EEUU y que no haya recaudado ni la mitad de lo que costó, y eso pese a que...
2) La película acaba concediendo más de lo que debiera en su tramo final.
El arranque del film me parece fabuloso, la súbita explosión de violencia, la manera en que se sirve el drama, en que se nos presenta al FUR, en que se nos aclara que guerrilla y enfrentamiento contra el gobierno (tirano o no) en África no es sinónimo de romanticismo.
Lo que más me ha gustado del film de Zwyck, amén de las interpretaciones de las que hablaré más adelante, es la justa medida que ha encontrado para presentarnos un muy buen alegato de los diamantes de sangre, de los conflictos de África y de la lacra de los niños-soldado, en un buen formato cinematográfico.
Aun siendo plenamente consciente de lo lacrimógeno de su material, se ha esforzado realmente por querer hacer una buena película con ello.
No se ha quedado en el documental, sino que ha metido cine incómodo, como en toda la parte del adoctrinamiento de los niño-soldado y ha puesto en boca de algunos de los personajes acertadas frases sobre las claves del problema vivido en Sierra Leona.
Me ha gustado también el punto de vista del soldado de fortuna de Rhodesia, y que no haya sido el punto de vista imperante el de la periodista estadounidense. Eso provoca que la película tenga un punto de vista desconocido, más amplio, en el que se nos muestran incluso las relaciones interafricanas en conflictos de este tipo.
Los personajes principales no dejan de estar construidos sobre patrones necesarios para la historia, pero cada uno de ellos tiene su punto de originalidad y, sobre todo, han sido magníficamente bien construidos por los actores.
Di Caprio ha sabido darle el toque necesario a Archer, de duro, de hombre que se aleja de los sentimientos en cuanto puede. Como cuando Solomon Bundy le explica fuera de la casa en la que está Maddy que su hijo algún día será un médico, o como cuando están en la casa del maestro que intenta reeducar a niños-soldado y sale de la casa a beber vino de palma.
Magnífica es la interpretación de una Jennifer Connelly que se merecía una nominación al Oscar, reportera en busca de la verdad, que no ceja en su empeño, pero que quiere comprender lo que allí sucede, el caldo del que se alimenta alguien como Archer.
Me ha parecido estupenda la escena en que Archer le pide un último favor a Maddy para que entre en la tienda del ejército sudafricano, la manera en que le dice que se van a separar.
El triándulo de relaciones está muy bien trazado, y con altas dosis de originalidad y grandes y bellos momentos que empiezan a desinflarse conforme nos acercamos al desenlace.
El personaje de Archer pedía a gritos muerte y redención, pero Zwyck ha lastrado su magnífico trabajo con esa llamada forzada a Maddy, con esas escenas previas de hermanamiento entre Bundy y Archer, y, sobre todo, con unos diez minutos finales en Occidente desacertados e innecesarios que lo desenmascaran en su convencionalidad.
Un gran alegato en una buena película. Es más de lo que se puede pedir en nuestros días.
Lástima del doblaje, que me temo que ha provocado que los actores me hayan parecido un punto por debajo de lo que tendría que haber sido. Me hubiese gustado ver el esfuerzo de Di Caprio por poner acento sudafricano. ¡Qué gran actor está naciendo en Di Caprio!