Raoul Ruiz es un tipo curioso.
Este chileno, afincado en Francia y que ahora se embarca en
cuestiones portuguesas, rueda un poco de todo. Por ejemplo, esta
película que ahora nos ocupa es a la vez una serie, algo recortada
(a 4 horas y media) para poder verse en cines. Se podría considerar
la respuesta del zinemaldi al Carlos de Assayas que se pasó
en Cannes.
Pero hablaba de la diversidad del
director. Lo mismo se embarca en esta serie que rueda una película
tope cultureta con John Malkovich sobre Klimt, que horrorizó a mi
compañero Hypnos por su exceso de pedantería. Ruiz utiliza todo
tipo de formatos y texturas; trata cualquier tipo de tema, es un
cineasta ávido de celuloide. Premiado en Cannes, en Berlin y en
muchos otros festivales, aunque quizá su tiempo ya ha pasado. A sus
casi setenta años no está en su mejor momento.
Cuatro horas y media es un tiempo
precioso para un festival de cine, no creo que esta sea la mejor
opción, aunque posiblemente será más entretenida, con un argumento
cargadito, que muchas otras películas que llegan a duras penas a la
hora y media. Las series están de moda.