El mismo director que acompañó en la realización a Roger Gual en la aplaudida Smooking room, nos muestra ahora una historia en busca de explicaciones a la vida por medio de una silla y todo aquello que representa para el protagonista, harto de la rutina y la monotonía.
Parece ser que desde luego no parece ni de asomo algo similar ni parecido a la calidad de la cinta de fumadores, parece incluso que el viaje interior que intenta mostrar resulta interesante pero estéticamente aburrido y pesado.
Supongo que es el riesgo que se tiene cuando se quiere hacer un film sin demasiado más, sin demasiados más personajes, y con la única premisa de buscar anhelos y medidas existencialistas.
Un rato curioso pero poco más, en un trabajo especial pero muy probablemente muy difícil de soportar durante mucho metraje.