Poquitos mimbres para hacerme un cesto. El proyecto parte de una novela de Alex Flinn, adaptada y dirigida por Daniel Barnz, del que sólo se conoce, para quien tenga el gusto o el disgusto, Phoebe en la tierra de la fantasía. Si uno rasca en qué es lo que tenemos entre manos nos encontramos con una especie de adaptación del clásico La bella y la bestia al Nueva York de nuestros días. Y, claro, para la bestia pues nada mejor que poner una bestia, es decir, un freak, un diferente. Cualquier capítulo de Héroes o de la saga X-Men podría ser más interesante en actualizar el mito de la Bella y la Bestia. Claro que en los tiempos que corren hasta sería divertido ver una actualización del clásico cuento con la historia entre una buena chica de raza blanca en Norteamérica y un chicho estudiante árabe con oscuras intenciones. Aunque, ahora que lo pienso, de esto iba ya Adivina quién viene a cenar esta noche.
¿Toda esta perorata para qué? Pues para poner de manifiesto que el mito de la Bella y la Bestia con un freak como personaje puede tener sentido en el mundo de los niños, pero no en el de los adultos, que hace ya mucho tiempo han jugado a deconstruirlo, a llevarlo a la vis social y a incluso, espejo frente a frente, demostrar que a veces la bella no es tan bella y el monstruo se oculta tras un bello rostro.
No necesito una historia de estas características.