Crítica de la película The Deep Blue Sea por Hypnos

Continuamos, de manera cronológica, con las películas que formarán parte del Zinemaldi 2011 y, manteniendo la tónica, seguimos en ese tipo de cine denominado de autor, de festival, diferente, lento para muchos, evocador para pocos. Uno de estos directores tan peculiares es Terence Davies, el director de esta película que, para muchos, lo que llamará la atención de la misma es la presencia de Rachel Weisz, la oscarizada protagonista de El jardinero fiel y de la que no hemos visto nada tras Agora y The lovely bones.

Es algo absolutamente inusual que Davies cuente con una actriz del star system hollywoodiense para protagonizar una película suya.

Estamos hablando de uno de esos directores de culto a los que el Festival de Cine de San Sebastián le dedicó una retrospectiva en 2008 y que en una dilatada carrera, apenas cuenta con seis películas, entre las que se encuentran Distant voices, Still lives; Of time and the city y, como curiosidad, la adaptación de la novela Neon Bible, de John Kennedy Toole, el autor de La conjura de los necios, y que sirvió de inspiración para el segundo disco de la banda canadiense Arcade Fire.

El cine de Davies es experimental del tipo de quien puede creer que es académico. De planos perfectamente compuestos, de arte y ensayo, de una geometría perfecta, recordando a Bela Tarr con su blanco y negro. Una bomba de relojería para el espectador corriente y moliente.

Claro que esta película resulta bizarra en una filmografía bizarra y abigarrada, ¿quizá más convencional? Quizá más para todos los públicos. Davies adapta una obra de teatro y su película se presentaba como un caramelo para los festivales de verano y otoño. San Sebastián se ha llevado el gato al agua. Un éxito, pues, de Rebordinos, en su primera edición como director del Festival.