Sin duda lo peor de esta película es la mentalidad que impera en cada detalle. Se diría que, al final, en lugar de esa animación elegante y dinámica fueran a mostrarnos al tío Sam señalándonos y pidiéndo que nos alistemos por nuestra patria. Quien dice Grecia dice EEUU, y quien dice espartanos dice marines. No habría que cambiar más que esos dos puntos, el resto ya lo conocemos y es patético.
Que nos muestren a unos personajes que hacen un uso exquisito de la violencia y que imparten justicia por sí mismos es algo a lo que ya nos tiene acostumbrados Frank Miller, pero que en Sin City se disculpaba e incluso se agradecía por la ambientación corrupta, el contexto criminal, etc. Aquí se ensalza, repito, se ensalza a este grupo de descerebrados programados que menosprecian la palabra y a los débiles. Desechan a los imperfectos, cuyo paradigma es el personaje deforme que naturalmente tiene el alma deforme. La asociación de la belleza con la moral y el caso contrario pasa casi de ser un recurso estilístico a una ética más que dudosa, nuevamente algo que vuelve a ser recurrente en este autor. Está bien que se muestre a personajes de este tipo, especialmente dada la época en la que está ambientada, pero otra cosa es tomar partido por ellos de una manera tan insultantemente poco crítica. He echado de menos a Stallone.
Pero es lo que hay, Miller no se destaca por su ética y tampoco viene mucho a cuento remover el tema en una película de entretenimiento y palomitas. Lo que molesta es que se use este entretenimiento como vehículo para contrarrestar ese impecable trabajo humanizador que viene realizando el cine con obras como Cartas desde Iwo Jima. No le demos más vueltas, ha perdido una estrella.
La película se pasa volando. Tiene un ritmo estupendo y la fotografía me ha gustado bastante más de lo que esperaba. No tanto la luz y la falta de nitidez, tampoco el paisaje lejano, impreciso. Me ha gustado especialmente el uso del color. Unos pocos colores escogidos, apagados, elegantes que se encargan de subrayar los elementos más importantes (capas, escudos, etc.). Una vez más, como en Sin City, esos encuadres maravillosos y efectistas que escapan del papel casi sin inmutarse. Como ejemplo, el plano en el que los espartanos observan sobre el precipicio mientras se hunden los barcos, bajo la tormenta el contorno del escudo líder se perfila con el agua de lluvia. Maravilloso. La pega es que estos encuadres no son tan abundantes como debieran.
Es una pena que esa interesante voz en off sea interesante por aquello que dice y no por sí misma, y carezca de la justificación retro que podíamos encontrar en Sin City. Aquí representa un elemento que no ha sabido adaptarse bien al lenguaje cinematográfico. Es una pena que no encontremos tantas situaciones brillantes ni un suspense comparable. Demasiado tranquilos se encuentran los propios combatientes como para que nosotros sintamos tensión.
Los intérpretes descuidados. Sin duda elegidos para lucir torso. Muy poco carisma y actuaciones vacías. Un punto muy débil.
Otro punto malo lo encuentro en una serie de momentos involuntariamente cómicos, como cuando el malvado persa le pone las manos en los hombros desde atrás y comienza a tentarle. Las risas y comentarios en la sala descentran un poco el objetivo final.
En general, una divertida historia de batallas, con un buen trabajo de realización que se oscurece por su mensaje apestoso. Divertida y disfrutable. Un buen número de trepidantes escenas de acción y espectáculo, pero se queda un poco atrás. Le falta un punto.