Spring fever, mejor que ninguna otra, es una película que se define y se presenta hablando del contexto de su concepción y rodaje. Su director, Lou Ye pertenece a la denominada como Sexta Generación, corriente de cine chino que encuentra su punto de partida con el cambio de década de los 80 a los 90 y, más concretamente, como reacción cultural a los acontecimientos de la Plaza de Tiananmen de 1989. Para que podáis haceros una idea, forman parte de esta generación Wang Xiaoshuai, Li Yang, Zhang Yuan o Jia Zhangke, que el año pasado participó en Cannes con 24 city.
Lou Ye dio sus primeros pasos con un sorprendente film, Suzhou River - en realidad, su segundo film -, un neo noir con una honda inspiración del Vertigo de Sir Alfred Hitchcock, para después virar hacia un cine abiertamente contestatario en un nivel enteramente moral, es decir provocador, provocado en cierta manera por la prohibició de dos años de rodar que le impuso el Régimen. Con Purple Butterfly, protagonizado por Zhang Ziyi, continúa la senda del noir, en lo que a estructura narrativa se refiere, pero jugando más abiertamente por el erotismo y la sensualidad, que se ve confirmada por Summer Palace, película de la que se habló más por sus problemas de censura que por su calidad cinematográfica y que provocó una segunda prohibición.
En la más absoluta clandestinidad, y con ayuda de capital extranjero, Lou Ye ha conseguido rodar esta película que vuelve a llevarle a Cannes, la que puede ser considerada como su casa artístics, y que representa el mayor ahondamiento de su cine como elemento removedor de conciencias en su China natal. El erotismo y el tabú volverán a estar presente.
No me convencen las propuestas que se preocupan más de provocar, que de calibrar si su ejercicio de provocación tiene cabida estética.