El análisis frío de Avatar dirige a dos conclusiones por separado. Por un lado la meramente narrativa: Avatar es un rollete proecologista para niños de jardín de infancia que, para colmo, llevamos tragándonoslo desde tiempos de Bailando con lobos. Nada nuevo bajo el sol y sí miles de tópicos, horribles líneas de diálogo y un desarrollo narrativo desastrosamente previsible. Aderezado todo con una batalla final tremebunda.
La parte técnica es lo que define a Avatar, sin embargo. Está claro que lo que todos sí esperábamos es que Cameron nos sorprendiera con un paso adelante en las posibilidades del cine digital proyectado en 3D. Estrictamente se puede decir que, efectivamente, así ha sido. Aunque también en este campo salgo de la sala con ciertas quejas.
Mientras que en Terminator 2 el paso adelante en FX que aportó Cameron supuso no sólo una puerta a nuevas tecnologías, sino un auténtico shock de por sí, por lo que en pantalla se veía ya en la propia T2, aquí en Avatar tengo la sensación de que Cameron ha abierto una puerta, pero no ha conseguido derribarla él mismo en su propia película. Esta vez, ha dado un paso que sí podrá ser mejorado y superado, perfeccionado, mejor empleado.
Se me ocurren varios "peros" a las elecciones de Cameron: Decide unir su idea de cine en 3D con escenarios, personajes y acción íntegramente desarrollados por ordenador; es decir, casi "dibujos animados en 3D". El resultado es sobebio y a menudo hermoso. Y la mejor noticia posible: Uno se olvida enseguida de estar viendo, eso: personajes creados por ordenador. Pero no menos cierto es que los buscadísimos encuadres y efectos para potenciar el 3D funcionan de manera más sorprendente en los pocos momentos en que esto sucede con escenarios y actores reales: en la base militar, por ejemplo.
Así que uno se queda con ganas de saber qué hubiera pasado si, por ejemplo, Cameron hubiera decidido trabajar toda esa tecnología 3D en plena batalla en la Segunda Guerra Mundial. O imaginaos el universo Terminator de esta manera. A lo que iba, tengo la sensación de que no ha acertado a tirar la puerta de una buena patada.
Esto no quita que Avatar sea un espectáculo inmenso visualmente: colores, encuadres, trucos, personajes... todo se aúna para dejar con la boca abierta al espectador en más de una, diez, veinte o treinta ocasiones. No sólo por lo que la técnica ha permitido hacer esta vez, sino por aciertos como el plano de uno de los animales del bosque con el lomo en llamas, huyendo entre bramidos, a cámara lenta.
Por detrás (y tan por detrás) una historia estúpida, manida y conocida, ecologismo para menores de cinco años. El último Na'bui o Bailando con pterodáctilos, como prefiráis. Todo aderezado con militares fachoides, ejecutivos sin escrúpulos y biólogas incansables. El típico rollo malvada Corporación multinacional aniquilando el Amazonas.
Como decirlo... James Cameron ha dado con la nueva generación de iBooks, pero sus cuentos son de Edición Blanca del Barco de Vapor.
PD: Un apunte personal. Me molesta que en el cine en 3D sigan jugando con la profundidad de campo; me explico: el clásico plano en que vemos en foco a un personaje y otro fuera de foco (en ocasiones en el mismo plano juegan con ésto para luego desenfocar a quien estaba en foco y pasar a mostrarnos de manera más nítida el otro elemento). Bien, esto, que da mucho juego en el cine digamos "convencional", en 3D me parece un error. Debería ofrecérsenos el campo de visión íntegro y ser nosotros quienes elijamos qué mirar, ya que se nos ofrece o pretende ofrecer una sensación de profundidad y espacio natural y real. Sin embargo, ocurre a menudo en Avatar (como en títulos anteriores) que uno elige mirar a un personaje que, por mucho que yo lo intente, sigo viendo fuera de foco. Sensación extraña. Un error a corregir.