Desde luego, una gran mejora desde su anterior película, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. Vamos con las mejoras primero. La elección de rodar esta película en digital es todo un acierto a mi entender. Conseguimos una fotografía realista con verdes suaves y le da a todo un mayor tono de documental, si cabe. Además, esto permite a Mel Gibson moverse como más le interesa. Bien. La carga gore se ha rebajado. No mucho tampoco, pero no llega a los demenciales límites de La Pasión. También es verdad que cristo era un superhéroe mucho mejor que este, aguantaba mucho más, a su lado este es un blandengue. Y sobre todo, hay un argumento que a uno le puede mantener el interés, desgraciadamente no ocurre así en todo su metraje.
Hasta que empiezan a rodar cabezas por la pirámide el interés es inexistente. Venimos de un verdadero vía crucis que recuerda demasiado a la larguísima escena de La Pasión en la que Cristo arrastra la cruz. Uno tiene la sensación de no ver el final de una rutina aburrida. Gibson está convencido de que hay que convencer al público: el personaje sufre una barbaridad y todo es injusticia a su al rededor. Los malos son lo más malo que se pueda ser. Y cree que esto se consigue aplicando la fórmula de la tortura y el sadismo durante más de una hora. Yo no lo necesito, me aburre. Después, la persecución vuelve a extenderse más de la cuenta con un mecanismo cíclico de muerte uno a uno. ¿Por qué la película debe durar dos horas y veinte? Hubiera bastado con hora y media, habría sido mucho mejor.
Mel Gibson tiene que comprender lo que son sus películas. No son frescos históricos, ni manifiestos filosóficos. Son películas de acción y aventura, especialmente esta, y no viene a cuento alargarla. Por eso no me interesa demasiado debatir acerca del realismo histórico. Los mayas tienen aspecto creíble, la ciudad es vistosa y hablan raro. Dejémoslo ahí, porque si empezamos a fijarnos un poquito vemos que los actores no han hecho un gran trabajo de ambientación, y ya desde la primera escena vemos en ellos los gestos sofisticados y formas propias de las costumbres de hoy en día. Y quien sepa de historia Maya, que no es mi caso, sacará cientos de faltas.
Pero yo lo veo claro: esta es una de esas películas clásicas de aventuras en las que los malos son malísimos y que el protagonista escapa lanzándose al agua por una cascada o debe salvarse de las arenas movedizas, ¡por favor! ¿Cuántas veces hemos visto ya estas escenas? Películas de aventuras en las que el héroe se salva gracias a un eclipse (es como si viera a los Monty Phyton diciendo ¡que potra!) o gracias a la llegada de los europeos ¡ahí es nada! Un tío con suerte. Ni me apetece entrar a comentar el mensaje apestoso de esa escena de las carabelas, ya me cansa demasiado. Si el director asumiera cual es su género, hiciera las películas más cortas y contratase a alguien para que filtrase su mal gusto, otro gallo cantaría. Y que se entere ya: el gore sólo provoca dos sentimientos, nauseas o risa, y ninguno de ellos favorece al guión.
Al menos, como digo, desde la llegada a la ciudad todo se hace más entretenido, aun teniendo demasiada persecución. ¿A alguien más le ha parecido igual de ridículo cuando el protagonista se toma la revancha usando la naturaleza y les lanza un nido de avispas? Todo eso mientras se encuentra cubierto de barro al más puro estilo Depredador. Más entretenida, y menos desagradable, sigamos por este camino, aún queda mucho por hacer, Mel. Talento no se te puede pedir, ni buen gusto, pero una película entretenida sí, lo puedes conseguir, no lo veo tan lejos.