Crítica de la película Crepúsculo por Iñaki Ortiz

El universo de los vampiros da para mucho. Lejos de ser un subgénero del cine de terror, la temática vampírica se erige como un recurso, un contexto o una simple excusa, para tratar temas muy diferentes en géneros dispares, aunque siempre, claro está, bajo el abrigo del fantástico. Hace poco hemos podido disfrutar un película de carácter principalmente social, Déjame entrar, que se apoyaba en este universo. Da para mucho.

Da para mucho y pocas veces para cosa buena. Aquí, la novelista Stephanie Meyer vio claramente el filón. Adecuar las cuestiones vampíricas al público adolescente, incluyendo los elementos supuestamente propios de su cine. Por supuesto fue un éxito de ventas que desembocó en otras secuelas. Indudablemente, era cuestión de tiempo que esto llegara al cine.

No es la primera vez que se unen juventud y vampiros en el cine, ni será la última. Hace ya tiempo lo vimos en Jóvenes Ocultos, una película de cierto calado entre los espectadores adolescentes, que iba acompañada de la música y el tono adecuados para llegar a su público.

Aquí se ha llevado todo más a la extremo y lo que tenemos es una película llena de tópicos de marketing para jóvenes estadounidenses que se parecerá más a una de esas series de televisión dedicada a ellos. De hecho, su guionista, Melissa Rosenberg, ha trabajado en O.C. entre otras. En cine ha participado en guiones como en el de la bailonga Step Up. La cosa va quedando clara.

Que no nos despiste su directora, Catherine Hardwicke, quien se estrenó con una película que tuvo buena aceptación en el circuito independiente: Thirteen. Con aquella consiguió bastante reconocimiento, un premio a mejor directora en Sundance entre otras cosas. Allí se movía ya entre adolescentes, aunque sin duda, el tratamiento en esta nueva película será mucho más superficial y estereotipado. Lo último que sabemos de esta directora es su película bíblica Natividad, casi un telefilm.

Dedicada para los chavales más adoctrinados.