Crítica de la película La criatura perfecta por Keichi

Vampiros en Nueva Zelanda


4/5
23/10/2007

Crítica de La criatura perfecta
por Keichi



Carátula de la película Los vampiros siempre han dado mucho juego en la gran pantalla. Dejando a un lado producciones clásicas, de esas de la Hammer que involucraban a Peter Cushing y a su antagonista Christopher Lee, en las últimas décadas ha quedado demostrado que la temática vampírica puede ser abordada desde muchos puntos de vista. Nada tienen en común, al margen de ese personaje sobrenatural, films como Entrevista con el vampiro, de Neil Jordan, El ansia, de Tony Scott o -en clave de reversión del mito- el Drácula de Coppola. A Glenn Standring no le precede la fama de los realizadores nombrados, pero si que es verdad que con su primera película, The irrefutable truth about Demons, consiguió cierto reconocimiento.

La principal baza de este film es sin duda su curiosa ambientación. En efecto, La criatura perfecta se desarrolla en un universo paralelo, una especie de ficción histórica de los años sesenta en la que humanos y vampiros coexisten en paz. Este tipo de reinvenciones están más de moda que nunca, pero no es ese el único elemento original con el que cuenta la película. De hecho, esta fantástica fusión entre el cine de vampiros y la ciencia ficción ya la hemos visto en películas como Underworld, pero resulta evidente que el film de Standring va a discurrir por otros derroteros bien distintos. La fusión del cine negro más sórdido con el ambiente gótico tan propio de los vampiros se presta a una apasionante historia de intrigas policíacas y misterios sobrenaturales.

Los actores involucrados, Dougray Scott, Saffron Burrows y Leo Gregory entre otros, sin ser excesivamente conocidos, han participado en proyectos tan famosos como Troya o el remake de Dark Water. Aquí hay que destacar, una vez más, la excelente labor de Nueva Zelanda a la hora de producir cine fantástico y de terror. La referencia a películas como Black Sheep o The tattooist viene a demostrar que el camino abierto en su día por Peter Jackson no se ha convertido en una mera anécdota. De hecho, la que ahora nos ocupa es la tercera película más cara de la historia del país. Pero, ante todo, es de agradecer que haya quien se arriesgue con producciones como esta. La criatura perfecta es una apuesta diferente, tremendamente difícil y plagada de riesgos, pero igualmente estimulante para todos aquellos que estamos hartos de ver siempre lo mismo.




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