Hay algo que no le puedo perdonar a una película de género fantástico: que no sea imaginativa. Alguno dirá: ¡Pero si en La brújula dorada hay de todo, animales fabulosos, artefactos voladores, insectos mecánicos! Sí, hay de todo, mil cosas, pero nada nuevo, todo extraído de aquí y de allá y metido burdamente en la misma coctelera sin el más mínimo tacto. ¿Pegará, no pegará? Da lo mismo. Tú arrejunta que a algo sabrá.
El resultado lo puedo describir con una frase, larguita, pero sólo una: En cierta escena de la película, el cowboy-narrador de El gran Lebowski (el propio Sam Elliot, más canoso pero por lo demás idéntico) que aquí se ha comprado un cacharro volador, apunta con la pistola al oficial de un grupo de nazis (!!!) que pretendían asesinar a un oso polar guerrero al que quiere contratar la niña protagonista, una cría pija sacada directamente de un College de película británica (y que por supuesto es... ¡la Elegida!), a la que persigue una Cruella de Vil con pinta de Nicole Kidman (ah, no espera... ¡es Nicole Kidman!) a la que manda y ordena el Papa de Roma, o el Vaticano, o (como lo llaman aquí) el Magisterio, que por supuesto nunca sale de su palacio custodiado por dos agentes de la Guardia Civil, con tricornio incluido, y que maneja los hilos de un extraño laboratorio de científicos locos perdido en el Polo Norte y en el que los soldados del Zar (el Zar no sale, pero los soldados sí, ya véis) la montarán gorda para defender la causa de ya no sé muy bien quién; lástima que los Gipsios, es decir, una suerte de Gitanos que han sustituído sus carromatos por un barcazo (gitano se dice gipsy en inglés, así que tampoco se han comido mucho la cabeza para rebautizarlos) se aliarán con las brujas pirujas para defender a quien haga falta.
Obsérvese que el único que se ha quedado fuera de este batiburrillo indecente es Daniel Craig. Sí, no pinta nada en la película y sólo sale dos veces. Supongo, por el final abierto estilo "serial", que el amigo 007 acabará saliendo más en las próximas películas, en lo que promete ser una saga de lo más pesadita. Pero aquí, la verdad, podrían habérselo ahorrado del todo.
Por lo demás, para colmo, la película tampoco es especialmente divertida a excepción de la pelea de osos, que tiene un par de hostias bien dadas y uno lo agradece, la verdad.
Pero ya sólo la primera media hora define perfectamente lo impreciso de esta apuesta cinematográfica (porque no dudo que la novela, aunque seguramente con la misma falta de imaginación, al menos se tomará su tiempo para ir elaborando cada situación página a página): Nos sueltan cuatro chorradas místicas sobre el polvo, sale Daniel Craig sin que lleguemos a saber bien quién es, pero sí se nos da a entender que la muchachita protagonista es un personaje importante cuya educación es muy importante y tal y cual... pero de repente llega una señora que ni sabemos quién es y se la lleva como quien no quiere la cosa.
Esa mujerona (la Kidman) que tiene mucho interés en tener a la cría con ella, sin embargo, una vez a solas, no duda en comportarse como "mala de película" para que la pipiola se dé cuenta y huya. Cerca están de apresarla pero aparecen unos gitanos extraños (¡¡¡pero quiénes son estos!!!) que la salvan. En fin. Lo que decía: un batiburrillo mal contado y mareante.
Al final se salvan un par de cosas, no muchas. El citado duelo entre osos... El correctisímo trabajo de creación digital... El fascinante rostro de Eva Green... Esto último, lo sé, no es un mérito cinematográfico.