De comienzo salvo el prólogo, algo desnudo y sin demasiado interés, al menos si la intención era mostrarnos la casa antes del movimiento, el film cuando arranca lo hace del todo y bien. Los minutos, corta, no son excusa para rellenar en absoluto nada, todo entra en las necesidades de la historia, y los directores se lanzan al estrellato sin fuegos de artificio.
Lo que me ha gustado es el temor desde un punto de vista enteramente personal, ese caer de cosas que estimulan al espectador y a los protagonistas de igual manera, creando un clima de invención, todos pensamos algo distinto de lo que ocurre, que hace menos insoportable los momentos de escapatoria o persecución, según se mire, reales, ciertos, sin machadas de hombre duro, sin camelos de héroe y sin tonterías de malo hipertranquilo.
La normalidad, la casi innecesaria luz artificial que no se incluye mostrando una oscuridad difícil pero que deja ver, las actuaciones muy decentes y un final que golpea con fuerza y dirección definida hacen de esta película de terror un experimento, ya experimentado, pero distinto y capaz, lleno de realismo y tranquilidad sin miedos de resultar fea.
Desde luego, si tengo que ver miedo, me gusta este estilo que no se interrumpe queriendo, que no fuerza lo que no hay que forzar, y que no muestra vías de acabar bien sino está justificado.