Verbo es sustancialmente cierta, verosímil, correcta, y de calidad. Los apelativos que la sitúan en el terreno de la adolescencia la ensalzan, porque de ello se trata, y que sea difícil para otro determinado público más adulto no entrar en ella es hasta lógico, pero no es algo que suceda poco en otros géneros.
En cuanto a su capacidad cinematográfica no existen lugares a duda, en plural, construida en el ritmo de visionado, en la belleza y concreción así como elipsis continuas para un desarrollo nada aburrido y veloz, y eso tocando un tema tan complicado como la tristeza interna, es una valiosa capacidad que pocos tienen en su haber pirotécnico.
Eduardo Chapero-Jackson no se conforma con demostrar que sabe dirigir muy bien, sino que aúna la capacidad técnica y digital para mezclarla con fluidez en un tratamiento moderno, juvenil pero también sensato. Los aspavientos son generosos con el decoro y el recrearse está lejos de sus intenciones, actitud esta que hace que el film gane.
Alba García transmite perfectamente la candidez del personaje, quizás un personaje en exceso desprotegido por el guión, cumpliendo con la expectativa de encontrar un vacío existencial que está ahí, a esas edades, mientras miramos para otro lado con la comparsa de nuestros tiempos.
Logrado pues el contexto, el tono, el ritmo y las actuaciones, el grupo de famosetes están a lo que están, sin destacar más de lo debido en un acierto a perdurar, sólo queda que el mensaje de la película no se distraiga en entretener sino en profundizar. La caída a los infierno nunca demuestra una liza entre aventura y filosofía, el toque justo de ambas hace que la película haya llegado muy lejos, sobre todo, en las mentes de los adolescentes que han visto el film.
El hip hop, el mundo de la palabra, sin abusar, sin ser grosero e irrespetuoso es utilizado con genialidad situándolo con respeto a la altura patria de Miguel de Cervantes, y digo que con legitimidad y acierto, consiguiendo transmitir el día a día de nuestros tiempos, el retrato dormido de una juventud enorme apocopada por las pocas oportunidades que les brindamos.
Sin denuncia social apuntadora, pero clara, con alternativas morales y psicológicas, a través de un cuadro de pintura delicada y bella, este film debe pasar a los anales del concierto de música del cine español. Esta película es única y servirá por los tiempos de los tiempos en un lugar de nuestra mente de cuyo nombre no logro acordarme.