Blog es una película
refrescante, dentro del panorama español pero también fuera de él.
Lo es por varias razones, pero sus virtudes se pueden resumir en una:
verdad.
Esta verdad la podemos encontrar, de
forma bastante evidente en su estética. Ya no es nuevo para
nosotros, pero aún son pocas las veces que se hace bien. La película
opta por incluir el punto de vista de la cámara en la escena, siendo
un personaje más. A partir de este planteamiento, la imagen resulta
creíble, sin errores forzados o excesiva composición del plano.
Estamos en la de siempre: se llega a forzar, y mucho, el que haya
siempre un personaje grabando. Sin que resulte inaceptable, a veces
requiere una buena voluntad por parte del espectador que podría ser
censurable. Por lo demás, el resultado es impecable. Además, es
capaz de mezclarlo con grabación tradicional al comienzo y al final
sin que llegue a chirriar.
También hay verdad en los personajes.
Estas adolescentes, con sus ideas simplistas a veces, su ingenuidad,
sus complejos, su cursilería, su necesidad de ser aceptadas en el grupo; de vivir más intensamente, con todo
eso, resultan muy creíbles. Además, la mirada a esta nueva
generación resulta precisa, dominada por el tedio de la vida más
fácil que hemos conocido, por la posibilidad de la información
ilimitada, y marcadas por una comunicación continua.
Hay mucha verdad en las
interpretaciones, absolutamente frescas, con titubeos, rodeos y
equivocaciones. Con gestos espontáneos, con una expresividad
tremenda y con una coherencia impecable con sus personajes. No sé si
la enhorabuena ha de darse a estas jovencísimas actrices o a la
directora, Elena Trapé, o seguramente a ambas, pero hacia
tiempo que no veía esta naturalidad en el cine español. Alguno me
dirá que en parte no están actuando. Me es igual, el resultado es
excelente.
Pero la verdad que más me gusta en
esta película es la de los pequeños detalles. Buscaré un ejemplo
entre tantos: el nombre de su sociedad secreta inscrito en la puerta
está mal hecho, se va empequeñeciendo hacia la derecha. En lugar de
buscar un logo llamativo, se ha optado por lo real: un dibujo hecho
sin demasiado arte. Mención aparte para las conversaciones vía
messenger, resueltas con realismo al detalle, que además suponen
nuevas formas de narración. Los personajes escriben a diferentes
ritmos, dudan si enviar el texto e incluso llegan a anular lo
escrito. Jamás habíamos asistido en cine a un diálogo en el que
viéramos a un personaje a punto de decir una frase concreta y
después arrepintiéndose (excepto con el truco bruto de oír su
pensamiento o ver lo que imagina el personaje). Esto, además de un
nuevo recurso narrativo (que parece pequeño pero es poderosísimo),
es complemente habitual en la vida digital, por lo que no es forzado, a veces el decir o no
algo importante se queda en el límite de una tecla de Enter.
Bravo por el trabajo de Trapé, siendo
capaz de usar las nuevas tecnologías (internet y video) para
conseguir nuevas (o perfeccionar existentes) formas de narración. Además de mezclar diferentes texturas, como el video o la webcam. Seguiré con interés a esta joven directora.