Crítica de la película Una cierta verdad por Obi-Wan

Recuerdo el impacto que me produjo hace muchos años la lectura de Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. Y es que la posibilidad de no diferenciar entre lo real y lo que una enfermedad mental puede recrear en tu cabeza, me parece realmente terrorífica. Con esta introducción, pretendo dejar bien claro desde el principio lo dramático que puede resultar este documental, que narra la historia real de un grupo de personas que cruzan sus caminos en un centro de salud mental.

Tanto médicos como pacientes será los protagonistas de esta cinta, que participó en el pasado Festival de Valladolid. Escrita y dirigida por el debutante Abel García Roure, que ahondará en los pensamientos y sentimientos más íntimos de los que deben lidiar a diario con delirios, esquizofrenias y paranoias. Tanto propio padecimiento de las diversas enfermedades como la reacción que esta produce en la sociedad, serán analizadas desde varios puntos de vista, con toda la sinceridad que sean capaces de captar las cámaras.

Las lecturas a sacar no me quedan del todo claras, salvo la inquietud y el desasosiego que seguro que nos invadirán en su visionado. Apta para los más valientes, porque todo hay que decirlo también, tiene mas de dos horas de metraje y eso si que puede desquiciar a más de uno.