Dicen que esta puede ser la última
película de su director, el checo Jan Svankmajer. Lo cierto
es que a sus 76 años, no sería de extrañar que se jubilase. Es uno
de los más importantes representantes de la animación no
tradicional en Europa, sin duda, alguien muy respetado por los
aficionados. En la semana de terror de hace unos años tuvimos la
ocasión de ver su anterior trabajo, Sílení, una película
interesante repleta de elementos surrealistas.
Ver una película de Svankmajer es como un viaje al pasado, a la vanguardia del pasado. Es evidente que
realiza la películas como lo hacía hace cuarenta años, cuando era
un modelo de referencia. Ahora, sin duda, otros han refinado su
estilo: ¿existiría Michel Gondry si no hubiera habido primero un
Svankmajer? En todo caso, lo que veremos en esta película es
stopmotion del más artesano, collages de imágenes y un concepto del
surrealismo propio de otro tiempo.
La película se sumerge en el mundo de
los sueños, con lo que el director tiene vía libre para desplegar
todo su arte. Será como un precedente de La ciencia del sueño...
hecho después.