Crítica de la película Amen por Iñaki Ortiz

Ha estado tantas veces Kim Ki-Duk en nuestra web con las numerosas películas que ha estrenado en los últimos años que ya estoy muy cansado de explicar quién es. Pero repitamos: posiblemente el director de Corea del sur con más proyección internacional, un mago del surrealismo, del simbolismo, que no duda en caminar por lugares extraños en su cine, buscando más la evocación que la narración.

Participa con esta película en la sección oficial del festival de San Sebastián, lo cual no es una sorpresa, porque ya ha venido en varias ocasiones. Además, su cantidad de estrenos le ha permitido este año estar en Cannes con Arirang y con esta película en Donosti. Uno de los nombres más importantes a competición este año.

La novedad más clara que se puede destacar en este último trabajo es su ambientación en Europa, con un formato además, de viaje por las ciudades más bellas que supone un tributo del coreano a esa Europa que tanto ha influido en su cine y que tanto le ha aceptado a él también. Es de esperar que este viaje, al tiempo una búsqueda, le sirva como vehículo para una metáfora vital, con todas las complicaciones que conlleva el camino.