Pues eso que viene a ser lo mismo, lo mismo que “Hero” claro. El mismo director, Zhang Yimou, que parece estar dispuesto a pasarse del todo al cine de mamporros líricos (no siempre fue así). Los guionistas son los mismos, y algunos actores repiten. En definitiva, si no una secuela, es al menos otro episodio de leyendas chinas. Y yo la iré a ver muy contento, para disfrutar de este ballet sangriento que es droga visual.
Espero agradecer su fotografía, su coreografía, su lirismo y su montaje. Quizá también sus efectos digitales (ya no hablo de especiales, porque ya no lo son). Aunque yo me pregunto como pueden viajar tres flechas a la vez si han sido disparadas con una frecuencia moderada.
Tonterías aparte, lo que sí espero es que esta vez se prescinda del mensaje fascista que coleteaba al final de su antecesora “Hero”, que a uno le deja un cierto mal sabor de boca. Espero un guión que al menos mantenga el interés entre espectáculo y espectáculo, supongo que lo habrá.
Y esta vez no me voy a quejar de que venga a ser lo mismo, porque al fin y al cabo no es más que 111 minutos de espectáculo gratuito. Poniéndome a favor de este cine, el cine espectáculo, le ofreceré mis más sinceras cuatro estrellas y si el espectáculo verdaderamente ha valido la pena se las mantendré. Eso sí, para llegar a cinco, necesito a Ang Lee.