Destacaba en mi pre que, mención aparte del formato de rodaje utilizado, lo que más me preocupaba de la película era su guión, su historia, la manera de enfocar la Narrativa. En definitiva, me preocupaba aburrirme. Y así ha sucedido. Hay que ser honorables con la verdad, y matizar que me he aburrido sólo en algunas partes.
Y es que es un error común cuando uno aborda una historia real como la vida misma, querer ser fiel a todo lo que dicha vida da de sí, quizá sin importar o sin mirar si tanto seguidismo puede minar incluso la propia dramaturgia de lo que se quiere contar. Y el caso es que desde el tiroteo en la cabaña hasta la escena final, la película se me hizo pesada. Creo que no hubiese importado demasiado que alguien le hubiera metido la tijera unos veinte minutos.
Por otro lado, el guión se muestra perezoso en algunos aspectos. Tal y como comentaba mi compañero Rómulo, al personaje interpretado por Bale le falta background, sus motivaciones distan mucho de ser siquiera parcialmente trazadas; en la vida real, Dillinger, como ya decía en mi pre, era un personaje que amaba el cine y al que gustaba parecerse a las estrellas de cine, así como el cine se fijaba en él, no está explicado ni desarrollado; y JD era una persona que se sometía a operaciones de cirugía para cambiar su aspecto, este detalle quizá explicaría que no se le reconociese, y daría a un par de escenas (cuando entra en la comisaría y cuando está en el cine) un tono más creíble. En líneas generales estamos hablando de un guión no demasiado pulido.
No obstante lo anterior, el guión tiene aciertos notables, como también comenta mi compañero Rómulo, con el arranque del film, nos ahorramos media hora de JD llegando a labrarse un nombre. Pero lo que sobre todo tiene el film es una dirección soberbia y brillante por momentos que merece estar nominada en febrero de 2010 a los Óscars.
Michael Mann no para de experimentar durante todo el film, consiguiendo planos imposibles desde perspectivas imposibles. Bien es cierto que el HD es mucho menos elegante que el formato cine, pero da una sensación de inmediatez, de presencia directa e incluso de suciedad. Mención especial merece la escena final, a todos los niveles, desde la interpretación de Johnny Depp a la prodigiosa planificación de Michael Mann. Una de las mejores escenas del año, seguro.
Pese a todos los parabienes del film, uno no puede evitar tener una cierta sensación de experimentación, de vino a medio hacer, que hace que aplauda los éxitos del film con pasión y que ante los errores entone el "me lo imaginaba".
Enemigos públicos es al cine de nuestro tiempo lo que en su día fue A sangre fría de Richard Brooks al del suyo.