Thomas Vinterberg vuelve a los cines lejos de la habitual idea de cine que ha mostrado. Si recientemente Submarino me gustó, y ya es conocido y aplaudido por Celebración, años atrás, vuelve a adaptar sus ideas iniciales del Dogma para adentrarse en una comedia pura y dura, aunque a su estilo particular.
Cinta del 2007 que es rescatada para el disfrute de quienes quieran cambiar la típica elección acercándose a algo más puntilloso y elegante, a una serie de situaciones esperpénticas y sacadas de quicio pero con la búsqueda de ridiculizar una tensión, un personaje, un tipo de persona y no tanto la taquilla.
Espero gracia de esta que sale como de repente y sin esperarla, sin ser bobalicona pero un poco idiota, poderosa por los conceptos que estropea para la sorna y no tanto por la mera tontería en forma de gag. Es un director que me gusta, así que es fácil que me muestre a su favor. Sin embargo, insto a disfrutar de la diferencia de su cine.
PD: Y el que no lo vea tan claro, que se pase por la precrítica de Beiger, que opina lo opuesto a mí