Crítica de la película Dos días, una noche por Iñaki Ortiz

Viva la gente


3/5
07/11/2014

Crítica de Dos días, una noche
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película No es el mejor trabajo de los Dardenne. Algunas licencias de guión y una reiteración algo desesperante lastran una película que, además peca de un positivismo demasiado complaciente. Por otra parte, sabe tener sus momentos de emotividad y es, en general, delicada con sus personajes.

Dos días, una noche es, ante todo, una reivindicación de la fraternidad de los trabajadores. Más allá de la organización necesaria para enfrentarse a la patronal, y las medidas racionales que se pueden tomar de forma colectiva para contrarrestar un poder mayor; de lo que hablan los Dardenne es de la camaradería, el compañerismo que mantiene emocionalmente unido a los trabajadores. No es solo cuestión de luchar como individuos por una causa común, es necesario una empatía que permita el sacrificio por el compañero y el juego limpio. El sueño húmedo de Ken Loach -que vendría a ser lo mismo pero con mineros británicos.

Tanto se centra en esa cuestión, que elimina de la ecuación el resto de las variables. No hay lugar para el pensamiento lateral, el problema está definido según unas reglas muy claras, la paga o la trabajadora, y no se hace ningún otro análisis ni se busca otro modo distinto de abordar un problema que se podría ver más como una cuestión entre la empresa y la trabajadora. El guión es mucho menos ambicioso y casi cae en la categoría de fábula. Parece tener también los mecanismos sencillos de una fábula al articular su trama sobre una reiteración absoluta del mismo planteamiento con cada uno de los trabajadores. Apenas recurren a la elipsis, a pesar de que una y otra vez, ella repite exactamente las mismas frases y recibe casi siempre las mismas respuestas. Es cierto que esto ayuda a entender lo duro de enfrentarse continuamente al mismo problema y nos quedan los pequeños matices de la actuación de la siempre eficiente Marion Cotillard, y las no demasiado variadas reacciones de sus interlocutores. En todo caso, creo que debería haberse buscado una manera menos rígida de enfrentarse a este guión.

En realidad, más que la cuestión de si recupera el trabajo o no, lo importante en la película es el estado anímico del personaje, y tomar perspectiva de la dureza de su situación, no solo en las cuestiones prácticas. La importancia del apoyo de un marido entregado. La clave está en los vuelcos constantes en su ánimo, cuando recibe una respuesta positiva -incluso detrás de una negativa puede encontrar comprensión de algunos de sus compañeros- y cuando recibe el vacío de de descubrir quiénes no la apoyan. Aquí los Dardenne juegan la baza fácil del intento de suicidio, una salida de tono dentro de esta historia cotidiana. Tampoco funciona nada bien el momento de violencia, que resulta otra licencia excesiva. La mujer que tiene problemas con su marido es otro aspecto demasiado forzado.

Lo que sí funciona mejor es ese encuentro final, con la gente que ha creído en ella. Esas personas que han creado un vínculo, que se sienten bien consigo mismas por haber hecho lo correcto, y que en definitiva, son las responsables de que una persona inestable pueda volver a tener confianza en sí misma, dejando a un lado el resultado de la votación. Todos tienen su recompensa espiritual, solo por su acción. Un momento emotivo, para una película muy positivista sobre el compañerismo.



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Dos días, una noche en festivales: Festival de Cannes 2014




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