Salgo del cine, es casi la una de la madrugada, hace mucho frío en Madrid. Cogemos un taxi. El trayecto es breve. Comento la película con mi acompañante. Llegamos a destino. Abono la cuenta. El taxista se gira y comenta: no les ha gustado la película, ¿verdad? Me confieso: no. Él la fue a ver el fin de semana pasado, tampoco le gusta, empieza a enumerar defectos, más que una enumeración es una divagación, concluimos que la película es una soberana tontería. Abro la puerta. Pero el taxista tiene aún algo más que decir. "Esto no es como La cinta blanca". Eso sí que es una película.
Pues sí, esa sí que es una película. Y, más bien, poco más tengo que comentar de Avatar, la conversación con el taxista me pareció lo más iinteresante de la película.
No voy a estructurar mi post con una primera parte en la que enumere todos sus defectos de guión para luego enjuagarlos con los aspectos técnicos. La película entretiene los primeros cuarenta y cinco minutos porque nos sumerge de lleno en Pandora, en todos los escenarios magníficamente retratados con la tecnología 3D.
El principal problema que tiene Avatar es que, precisamente, a partir de los 45 minutos va habiendo menos 3D, o al menos uno ya se ha acostumbrado, y con pavor miras al reloj viendo que quedan 2 horas y sabiendo punto por punto qué y cómo va a pasar.
¿Algo a lo que agarrarse? No será un guión que empieza siendo anodino y requetesabido para acabar con líneas de diálogo del siguiente porte: "Mientras yo respire no hay nada terminado" o "¿Qué se siente al traicionar a tu raza?".
Lo que más molesta de la película no creo que sea en ningún caso su mensaje ecologista, sino el guión en sí. Que Cameron haya tardado más de 8 horas en escribir este guión es como para crucificarlo, y se trata de todo un hecho de justicia que no esté nominado a mejor guión original (¡faltaría!). La película avanza y va tomando los derroteros de la fantasmada más clásica. El conato de ciencia-ficción que hace es de risa. A la vez que unos personajes con la profundidad de una caja de cerillas se convierten en auténticas ideas. El malo facha; el ejecutivo sin escrúpulos; la bióloga idealista; el fiel amigo, algo torpe pero de corazón y un largo etcétera.
Avanza la película y sólo le queda a uno mirar los paisajes para no aburrirse y evitar no cabrearse al sentirse tratado como un niño de seis años. Claro, todo ello aderezado por la BSO de James Horner y su tiririrín, tan reconocible en todas y cada una de sus bandas sonoras. ¡Por Dios! ¡Me acabo de acordar del discurso que lanza el protagonista para alentar a los navy! Ni el de Orlando Bloom en El reino de los cielos.
Mi compañero Munny hacía referencia al mensaje ecologista, disculpando que los japoneses llevan muchos haciéndolo, y estoy de acuerdo, claro que ellos lo hacen con infinita más gracia, y el momento en el que la madre naturaleza hubiese entrado en acción hubiese dado lugar a un mosntruo de luz y liquen mucho más interesante.
No hay ninguna profundización ni ninguna reflexión en nada que no sea aspecto técnico. Y esto, al menos a mí, no me vale. Echo en falta más ambientación. ¿Cómo está la Tierra? Más relación entre los humanos. Tienen miedo de que se enteren en la Tierra de la matanza de Navys en Pandora pero ¿quién se lo va a decir? Echo en falta hasta periodistas, algo de algo. Hasta Starship Troopers le da mil vueltas a esta película.
Y sí, efectivamente, algunos de los aspectos técnicos a nivel de integración y demás están maravillosos, de ahí mis dos estrellas, para que luego nadie me tache de talibán clásico.
Para mensaje ecologista, queridos lectores, veros Wall-E, por lo menos ahí la técnica está al servicio del Cine, y no de las billeteras.
Le deseo lo peor en los Óscars 2010, aunque seguro que arrasará.