Crítica de la película Camino a la libertad por Iñaki Ortiz

Vivir un viaje


4/5
25/01/2011

Crítica de Camino a la libertad
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Peter Weir es una maestro a la hora de zambullir al espectador al centro de la acción, en recrear la atmósfera y los detalles de la escena de una manera impactante. Si a eso le sumamos que en esta ocasión nos cuenta una historia muy intensa, el resultado no puede ser mejor.

Consigue que te sientas asfixiado con los gases de esa mina claustrofóbica, el frío gélido de esas noches a cuarenta bajo cero, el olor de la corrupción de los barracones atestados de violencia. ¿Quién no quiere huir de ahí? Pero, por supuesto, eso no es más que el comienzo de un viaje que siendo tan brutalmente largo como es, cuenta con fases dispares, que nos hacen ver espejismos en un desierto o sentir los picotazos de un enjambre de mosquitos. No me extraña que la película la presente National Geographic Films.

Camino a la libertad es una película que se vive, se siente con las entrañas, y te empuja a continuar insensible al cansancio. Otra historia más en la que el director nos cuenta la odisea de unos personajes dispuestos a romper con su supuesto destino, aunque en ello les vaya la vida. Weir escribe sobre valientes. No es esta una película que se recree en el sentimentalismo, pero en su crudeza cuenta con varios momentos emotivos (por supuesto cerrados por ese reencuentro que tantos pasos ha requerido).

El director nos cuenta este viaje con un uso algo extraño de las elipsis, eliminando en varias ocasiones algunos puntos que otro hubiera considerado sin dudar como pequeños hitos de la narración. Incluso inicialmente los rótulos ya avanzan un dato importante del final (que por otro lado, también sirve a su modo de engaño). Parece no necesitar nada de eso pues está demasiado seguro de cual es el verdadero punto fuerte de la película, y no es el de unos personajes sorteando diferentes pruebas sino que el espectador pueda ser uno más caminando junto a ellos con los pies cubiertos de yagas.

Un impresionante Ed Harris y un Colin Farrell que se luce aunque pueda caer en el histrionismo en ocasiones junto con un reparto muy afinado, completan la calidad de esta película.



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