Tenía yo, hace unos días, la
intención de entrar a hacer sangre con la nueva película de Peter
Jackson. Las razones son claras. Por un lado, el director no ha
acertado con ningún proyecto fuera de su épica trilogía del
anillo. Está más que perdido. Por otro lado, la obscena duración y
consecuente partición en tres volúmenes. Los números cantan: El
señor de los anillos, 1368 páginas y 3 películas de más de 3
horas; El Hobbit, 324 páginas (4 veces menos), posiblemente
otras 3 películas de casi 3 horas. Peter, ¿no bastaba con una?
Está claro que va a estar todo, y eso es lo peor en una adaptación.
¿Se inventarán subtramas nuevas para rellenar? Y encima en 3D y con
el cuento de los 48 fotogramas por segundo.
Así que me veía ya como el precrítico
transgresor e incendiario que me gusta ser, para soliviantar a los
fans. Pero resulta que, después de los primeros pases, tenemos a un
montón de críticos soltando sapos y culebras sobre la exagerada
duración y sobre lo poco que vale la pena el 3D. Vaya sorpresa. Así
que dejémonos de obviedades, o quizá cambiemos estas obviedades por
otras, ¿por qué hay que ir a ver El Hobbit?
¿Os acordáis del estreno de La
amenaza fantasma? Sí, una película realmente criticable por la
que George Lucas debería sufrir tortura. Ya, pero recuerdo el día
del estreno, con mis palomitas preparado ante la gran pantalla,
ansioso por volver a ver, después de tantos años, los sables láser
chocando unos con otros. Quizá no fuera una buena película, pero la
disfruté. La vi hasta dos veces en pantalla grande. En El Hobbit quiero ver de nuevo a Gandalf -cuando era el gris. Quiero pasearme de
nuevo por la fantástica tierra media, quiero ver Rivendel, la
comarca y el bosque negro. A toda pantalla, claro. Y sí, miraré al
reloj, porque a Jackson se le ha ido la olla con su nivel de detalle;
y sí, asumiré que no es una gran película, pero la diversión y
las palomitas, no me las quita nadie. Eso sí, yo en 2D.
Por cierto, para el papel del joven
Bilbo tenemos al Watson de la serie Sherlock, Martin Freeman.
Creo que estará a la altura del personaje -y no es un chiste.