Ventura Pons nos presenta su nuevo proyecto, el personal director barcelonés vuelve a realizar una película de autor basada de una obra de teatro, como lo fue la anterior película, Barcelona, un mapa. Una vez más decide rodar en catalán, una buena noticia para los amantes de esta lengua, pero en la práctica una mala noticia para la mayoría de los españoles que la veremos doblada, y no por un equipo profesional de doblaje, sino seguramente por los propios actores que repetirán su papel en castellano. Esta era una las varias razones que hundían La vida abismal, donde la interpretación de uno de los mejores actores jóvenes de hoy en día, Oscar Jaenada, quedaba absolutamente desvirtuada por el doblaje del propio actor, muy insuficiente y hasta desganado. Efectos, en todo caso, ajenos al estreno en Cataluña. Pero quizá habría que pensar en subtítulos o en doblar la película con voces profesionales.
No era el doblaje el único problema de aquella película. La credibilidad tampoco era su fuerte, quizá porque el director se vio inmerso en una trama de corte más frío y utilitario de lo que él pudiera manejar con soltura. Aquí trabaja con un material más a su medida, con un drama intenso centrado en los personajes. Vuelve a adaptar a Sergi Belbel, como ya hiciera en uno de sus films de éxito, Carícies.
En un reparto sin nombres demasiado conocidos, destaca Joan Pera, el doblador habitual de Woody Allen, que tendrá que cambiar radicalmente su registro habitual de comedia para mostrar su rostro más serio. Además de doblaje, Pera ha hecho básicamente televisión, y algún título de cine completamente olvidable. Al menos, su doblaje al castellano quedará impecable.
Un cine muy personal reservado sólo para los más arriesgados espectadores y para los seguidores de este director ya veterano.