Superman vuelve, reza el título, empleando la misma fórmula que Burton usara para la segunda entrega de otro héroe del cómic, Batman. Lo que ocurre es que aquí, entre la última de sus aventuras y esta que ahora todos esperamos (para verano, probablemente; lleva la palabra blockbuster escrita a fuego) han pasado unos añitos, unos cuantos. Pero el tiempo no pasa en el cine; o, al menos, lo hace de otra manera.
Porque estos son otros tiempos y seguramente eso también se notará en la gran pantalla. Veremos otro Superman, y veremos otro tipo de aventuras, seguramente no tan ingenuas como en aquellos años 70. Pero ya digo que Clark Kent sigue estando hecho un chaval. Musculado, marcando a tope y con su ricito de oro colgando en la frente. El héroe de las viejecitas, el yerno de oro.
Después de Batmans y Vendettas que empiezan por V, adivino que el pueblo americano, más que nunca, necesita recuperar un héroe limpio, puro, amable y afable, y procedente de un planeta donde nadie soporta la kriptonita ni la chulería. En pedazo de pan con capa. O, a lo mejor, realmente, el pueblo americano no necesita héroes así. Seguramente. Pero es la imagen y la idea que más de uno, sentado al mando en su sofá, preferiría imponer.
Aun así, como antes explicaba, espero que veamos un Superman menos inocente, mejor trazado, tan ceñido a la vaga pero aguda inteligencia del espectador de este siglo como el propio Superman a su traje. Las tonterías que antes funcionaban ahora provocan risa, aunque me consta que el nuevo responsable, Bryan Singer, es un tipo listo. Porque lo ha demostrado. Y confío en él.
De momento ha dado muestras, incluso, de sabiduría: Es consciente de que hay que adaptar a Superman a este XXI todavía balbuceante, pero siempre desde el respeto de sus muchos seguidores, fanáticos de la viñeta que no permitirían que su héroe predilecto se apuntara a la moda loca de Robin y Batman, con trajes de látex y pezones artificiales. No, señor. Superman sigue marcando paquete en traje de tela, flequillo rizado y manos en jarra. La capa al viento. La "S", un símbolo. Y dios quiera que cuando me siente en la butaca, esa muestra de respeto también se traduzca en música: ¡Tienen que sonar esos acordes legendarios, imborrables! Si no, ¡no es Superman! Me la trae floja que quien componga la banda sonora no sea Williams... ¡pero ese temazo principal que no me lo toquen! Eso sí, si contratan a Williams, mejor que mejor.
Una vez cumplido con esto, las nuevas aventuras de Superman, mister Singer, ya son cosa suya y de su equipo de guionistas, exclusivamente. Ahí ya no entra el juego el pasado, y sí el talento. Una leyenda con presente y futuro.