El maestro Bertolucci lo ha pasado mal en los últimos años. Parece que al fin algo más recuperado, en lo anímico, el bueno de Bernardo ha decidido que lo ideal era volver al tajo.
En los últimos años precisamente se ha ido fijando siempre en la edad joven, la adolescencia, el paso de la niñez a la edad adulta. Hace tiempo que su interés está muy centrado en esta etapa. Recuerdo, por ejemplo, Belleza robada, que supuso el descubrimiento de una Liv Tyler que sorprendió a medio mundo, o la más reciente, Soñadores (con la que, por cierto, lanzó a la fama a Eva Green -no se le puede negar su buen ojo de cazatalentos). En verdad, una película no tan reciente, Bertolucci llevaba tiempo apartado de su arte. Casi una década.
Claro que ahora, imagino, las pretensiones sociopolíticas muy dsifrazadas de Soñadores, aquí, habrán desaparecido. A partir de una novela de Niccoló Ammaniti, él habra preferido centrarse de verdad en sus protagonistas, jóvenes, adolescentes, y olvidarse de otras lecturas. No está el horno para bollos y menos en su situación.
No podemos esperar al mejor Bertolucci, porque no es un creador en buen estado de forma. Pero es probable que su particular mirada nos sirva para marcharnos con una colección de sensaciones interesantes. Siga adelante, siempre adelante, Maestro.