De nuevo llega Mark Wahlberg a las carteleras. El chico, muy trabajador en los últimos tiempos, parece empeñado en demostrar que, más allá de oportunidades esporádicas que le van llegando con películas como Infiltrados, a él lo que le mola de verdad es tirarse el moco pegando tiros a diestro y siniestro. Y como llevaba ya dos o tres pelis sin hacerlo, había mono.
La dosis llega a tiempo para él, y se llama Shooter. La dirige Antoine Fuqua, que seguramente a más de uno le sonará a francés de chiste. Para saber de quién hablamos: Lo mejor que ha hecho, probablemente (de entre aquello que le conocemos en España) es Día de entrenamiento, sí, la de Denzel Washington y Ethan Hawke que viste aquella vez en la tele. Aparte de eso, mucha tontería suelta al estilo de Lágrimas del sol (un rollo bélico con Bruce Willis) y Rey Arturo -una gran tontería que al menos sirvió para lanzar al estrellato a Clive Owen y Keira Knightley.
A esto debemos sumar datos paranormales, como que una peli de acción se inspire en una novela. ¡Lo que faltaba! El librillo de marras (obra de un tal Stephen Hunter; intuyo que es un seudónimo, un alias, un nombre artístico, porque si no vaya desgracia) lo adapta otro "tal": Jonathan Lemkin. Buceo en su corta filmografía y leo que es el responsable de los guiones de Arma letal 4 y Planeta rojo. En fin. Qué otra cosa se podía esperar.
Lo peor de todo esto es que su base literaria influirá negativamente convirtiendo lo que podía ser una simple pero entretenida peliculilla de tiros en una simple peliculilla de tiros que quiere ser algo más: ¿un drama?, ¿un qué?, probablemente ni ellos lo sepan.