Estamos acostumbrados a verle en comedias, películas de acción o ciencia ficción (o mezcla de las tres), lo último en lo que le hemos visto es Yo Robot o Hitch. Ahora, Will Smith, quiere demostrarnos que es algo más que eso, que sabe interpretar papeles dramáticos, profundos, en pocas palabras: quiere demostrarnos que sabe llorar.
Para ello, en primer lugar se convierte en el representante del sueño americano, un hombre que se hace a sí mismo. Además, un padrazo, que seguro que con sus más y sus menos lo hará todo por su hijo (un hijo, por cierto, interpretado por su hijo en la vida real, y parece que los genes mandan en esto de la actuación). Y para rematar, se trata de una historia basada en hechos reales.
Desde luego, esta es una película para el exclusivo lucimiento de Will Smith. Su guionista, Steve Conrad, no tiene demasiada filmografía, lo último, El hombre del tiempo. Su director, el romano Gabriele Muccino tiene unas cuantas películas italianas a sus espaldas. Está claro que todos bailarán al son que mejor le convenga al actor, que volverá a intentar llevarse la preciada estatuilla, como ya hiciera con Alí.
Creo que Smith es un gran actor pero está bien que lo demuestre de vez en cuando. Lástima que la película vaya a ser un molde. Con suerte me equivoco.