Casino Royale anunciaba en su tramo final la aparición del verdadero Bond. Mientras se esforzaba durante todo su metraje en narrar el porqué traumático del surgimiento de esa figura fría y sin sentimientos, tan amiga de besar por puro disfrute como de matar por simple profesión, preparaba el terreno para una siguiente aventura en la que este perfil debería erigirse en completo protagonista. Y aquí está esa nueva película.
Si de repente ahora no tenemos ese Bond anunciado, ese agente duro y frío, que no se permite jamás sentir más allá del simple placer por el placer, nada tendrá sentido. Y quizá nos puedan regalar un film entretenido, interesante... lo que sea, sí; pero desde luego no tendrá manera de defenderse al lado de Casino Royale.
Mucho me temo que este Bond va a torcerse en demasía hacia un perfil Bourne. Esto no es malo como película de acción, el agente Jason Bourne ha funcionado perfectamente y ha sentado las bases de un nuevo estilo, tan seco como frenético. El problema es que Bond no tiene que jugar a ser ningún otro. Hay una serie de constantes del personaje que deben estar ahí, por mucho que se juegue a reinventarlo. Hay margen, se le puede dar la vuelta, se puede matizar, se puede madurar. Pero la base debe respetarse, al menos en tres o cuatro factores intocables. Esperemos que no perdamos eso.
Si esto se respeta, todo puede marchar tan ricamente, con Daniel Craig repitiendo el trabajo que tan bien trazó en Casino Royale. A ver qué tal el villano de turno, de momento la elección de Mathieu Amalric (La escafandra y la mariposa) me gusta mucho; es la apuesta por un actor de calidad, ante todo, y eso siempre es bienvenido.
En el aspecto femenino, se ha apostado por una cuasi desconocida, Gemma Arterton, y la guapísima top model ucraniana Olga Kurylenko, a la que ya habíamos podido ver en un par de películas (Hitman y Paris je t'aime sin ir más lejos). No son elecciones gratuitas. Con Arterton estoy convencido de que pretenden jugársela a descubrir un nuevo posible talento -ojalá acierten; con la Kurylenko la elección tiene más miga de lo que parece. Pese a tratarse de la enésima belleza llegada al cine desde las pasarelas, la chica no es manca. Lleva ya bastantes años trabajando en Francia y, ojo, ya se ha llevado alguna distinción por su trabajo interpretativo en la película L'Annulaire.
Cambiamos de campo: Para dirigir el cotarro han tomado otra decisión interesante, y es que Marc Forster no es precisamente un perfil parecido a Martin Campbell, responsable de la anterior película. Forster es el director de películas como Descubriendo Nunca Jamás, para nada un tipo curtido en cine de acción. Es un riesgo evidente, pero también es una apuesta por el buen gusto, por una exquisitez necesaria a la hora de encuadrar cada instante.
Quantum of Solace se la juega, porque ahora no vale cualquier cosa. Se lanzaron con una apuesta muy concreta en Casino Royale, pero el efectismo de cambiar por completo el estilo de Bond ahora ya no sirve. Saben que valoraremos exclusivamente la calidad y validez de la película como tal. Esta vez la intención ya no cuenta, chicos, y desde luego no puntúa.