He de reconocer que durante la proyección he tenido un interesante debate en mi foro interno. Realmente lo que estaba viendo de la película no era más que contenido social y filosofías más o menos baratas de ONGs superficiales en motivaciones, intereses y objetivos. En suma, todo aquello por lo que le doy muchas veces caña al cine español.
No obstante lo anterior, algo sucedía dentro de mí que no reaccionaba con desgana y desaire a la gran fábula, quizá en el peor sentido del término que nos estaba metiendo Iñarritu, dibujada con mucha brocha gorda.
Ejemplos: la presencia de una protagonista sordomuda en un mundo en el que pocos o nadie escucha, en el sumo de la civilización, en ese mar de cristal y cemento que debe ser Tokyo; el rifle como símbolo del causante de dolor y de transmisión del mismo (en este aspecto la película creo que está en consonancia con varias de las tesis propuestas por Cronenberg en "Una historia de violencia"), la falta de solidaridad del denominado primer mundo escenificada en los enfrentamientos dentro del autobús de turistas en el que viajan Pitt y Blanchett, etc.
Ahora bien, y retomando el hilo de mi debate interno, todos esos trazos se estaban mezclando magistralmente con una sutileza de tratamiento y en motivaciones que me embargaba. Y, sobre todo, la narrativa estaba milimétricamente construida, sin dar la sensación de barajeo de "21 gramos". Todo ello reforzado por una música acertadísima en cada momento, por un montaje brutalmente bueno (algunas de las transiciones son simplemente maravillosas, v. gr. del grito al silencio, del cielo moteado a la arena del desierto, por citar solo algunas a bote pronto), y una elección de planos en muchas ocasiones magistral. La cámara de Iñarritu se vuelve, en ocasiones, documento de viaje, en otras, avezado turista, en otras, narrador plenipotenciario. Nos demuestra una gran cantidad de registros, y una gran capacidad para sacar de actores sin experiencia interpretaciones memorables, como el segmento desarrollado en Marruecos.
Y, mención especial y separada merece el segmento de Japón. He de decir que a todas luces era el más complicado. El conflicto no se presentaba de forma tan descarnada, o, mejor dicho, la conexión con la tragedia principal era la más débil. Realmente, Iñarritu se juega las 5 estrellas en él y, a mi juicio, naufraga, y por eso se va a quedar en las 4 estrellas.
Como ya he dicho antes no deja de parecerme un tanto burdo el uso de un personaje sordomudo en la historia, creo que su valor es más metafórico al sevicio del mensaje que de la historia dramática. Me gustaría pensar que está situado para crear un conflicto previo y que no hemos visto: su madre no asume su sordomudez en un mundo tan particular y reglado en la mos como Japón y se pega un tiro con el rifle que luego su marido quiere hacer desaparecer y regala en la otra punta del mundo, la niña crece atormenada por un sentimiento de culpa que le cuesta superar, unido a su minusvalía. Realmente, una manera de decir que el dolor no se sabe cuando empieza, pero sí que se transmite incesantemente.
Como digo, me gustaría pensar que ese es el motivo de su inclusión, pero, desde luego, es el segmento que menos se encarga de explicar. Y esa falta de definición me gusta, si no fuese porque es una pauta que no sigue, ni en su cine, ni en el resto de segmentos, lo que me lleva a cuestionarme hasta qué punto es buscada.
El segundo de los motivos por los que creo que naufraga en la historia de Japón es que, en cierta manera, aplica el mismo tratamiento del punto de vista del turista, que en sus dos segmentos anteriores, donde dicho punto sí que tenía justificación.
La cámara de Iñarritu en demasiadas ocasiones se parece a la mirada de turistas de la deliciosa "Lost in traslation", no es capaz de controlar el gigante que intenta analizar.
En suma, una película muy buena a la que le falta un poso de madurez para convertirse en ese Gran Reserva de las 5 estrellas.