El Zinemaldi, en su Sección Oficial, acoge este título que llega con un importante esfuerzo y mérito humano trás su resultado final. Bien ha hablado al respecto mi compañero Olmo, y no me extenderé. Ese gran esfuerzo humano se personaliza especialmente en el nombre de Pablo Pineda, su protagonista.
Pero me da miedo -coincido también aquí con Olmo- que, una vez más, el cine español se fije en el mérito humano de partida y se olvide, precisamente, del medio: El propio Cine. No nos sirve, de por sí, el valor humano de la apuesta (que siempre es aplaudible), porque lo que vamos a ver es una película. Y como tal ha de valorarse.
Desgraciadamente, de buenas intenciones y cine mediocre está la cinematografía española más que repleta. Y como aquí estamos ante una opera prima, no vayamos ni de crueles castigadores, ya de salida, ni de tontos e inocentes, cargados de inaudita esperanza.
Así que sólo queda esperar y descubrir, esta misma tarde, qué nos deparan sus directores, Álvaro Pastor y Antonio Naharro.