¡Qué vivan los escotes, sí señor! Y después de superar este impacto del cartel, vamos a intentar centrarnos. Aunque bien es cierto, que puede que ese valle entre los que se pierden nuestros ojos, pueda ser lo mejor que vayamos a obtener de esta cinta.
Tras su última película, Entre mujeres, Meg Ryan vuelve a aquello que más éxito le otorgó en el pasado, la comedia romántica. Pero alejadísima de su Cuando Harry encontró a Sally, con esos años que no pasan en balde, esta vez dudo mucho que encontremos esa frescura en la historia o esos momentazos tipo:“Pediré lo mismo que ella”.
Para acompañarla, tenemos a nuestro Antonio Banderas, que supongo que para poder dedicar su tiempo a dirigir lo que lo gusta, como la personal El camino de los ingleses, tiene que prestarse a estos menesteres de mostrar su atractivo para algo ligerito y de dudable calidad.
Que queréis que os diga, si estamos ante algo escrito y dirigido por alguien que tiene en su bagaje títulos como Menudo bocazas, comprenderéis que no tenga demasiadas esperanzas puestas en ella. No la recomendaría ni para pasar el rato. A duras penas llegará a entretener o a enternecer, enredando a sus personajes hasta la saciedad. Y es que a cualquier cosa se le puede llamar hoy en día comedia romántica.