Ha sido denigrada por varios críticos, al menos en puntuación. Completamente olvidada en el palmarés, cuando su actor, Mikael Persbrandt, demuestra por segundo año consecutivo ser una mala bestia de esto de actuar.
Pero yo a lo mío, al cine. Me parece una de las mejores películas de la sección oficial de este año, habiendo habido buen nivel. Distinta a lo que estamos acostumbrados, quizá por ello su fracaso, y con muchos buenos valores cinematográficos
Lo primero voy a pasar a explicar el título directamente. En la anterior película del director, Staho, mi título fue “Salir a estirar las piernas”, porque la película estaba rodada por completo en un coche, y aunque me gustó mucho, me sentí un poco con necesidad de eso, de salir a estirar las piernas (más en esa sala del Kursal pero esto ya es otra historia). Aquí repite en cierta manera, porque el 50% de la película por lo menos está rodada así. Pero no todo, y eso es más llevadero. Además la mayoría de los mejores planos están fuera.
Por ejemplo, en el cementerio, cuando se le llevan a la niña. No sé lo que tiene ese plano, no lo sé explicar pero me parece maravilloso. Así como al principio cuando el jefe está con su empleado. Que lo cierto es que la película empieza de 7 estrellas, pero luego toma un camino más fácil, de más sosiego.
Los colores son peligrosos, pues puede terminar siendo tildado de director pretencioso que juega con la postproducción y quiere ser llamativo. Pero a mí me ha gustado bastante, y me parece que, además de un muy refinado trabajo de postproducción, hay un trabajo de dirección artística importantísimo. Me ha gustado.
Lo que no me ha gustado tanto y lo que hace que no se lleve la quinta estrella es la transformación del personaje, que me parece muy artificial y forzada. Esto unido a algún pequeño momento de menor interés hacen que se quede en un cuatro firme.
¿El año que viene tendremos otra de Staho? Ojalá. Eso sí, ya no le permito que me lleve más en coche. Se ve que puede hacer más, mucho más.