No solo ha abandonado el que fuera su estilo anterior, el muy definible estilo Tarantino, hasta ahora. Si no que aquellos hallazgos, aquellos destellos de genialidad y brillantez se han convertido aquí en un batiburrillo frenético. Me explicaré.
Primero, quien quiera encontrar buenos diálogos, como los que abundaban en RESERVOIR DOGS o PULP FICTION, que se olviden. No sólo no los hay, sino que los pocos que escuchamos en este KILL BILL son, por lo general, malos, zafios.
Tarantino acostumbraba a escanciar sus películas anteriores con dos elementos: una cuidada violencia de diseño y continuos guiños a sus películas favoritas. Esto también ha cambiado. Por una parte, olvidémonos de esa cuidada violencia de diseño. En RESERVOIR DOGS la violencia estaba incorporada a la dureza de la trama, al sudor seco y frío, a la violencia que también impregnaba las relaciones, los diálogos, entre aquellos 8 atracadores desconocidos entre sí. En PULP FICTION la violencia se movía a un terreno más superfluo y, como decía, como de ´diseño´; pero estaba perfectamente engarzada ya no solo en el estilo del film (que es algo que ocurre al fin y al cabo, también, en KILL BILL), sino en su estructura, en su engranaje de causa-efecto.
Otro tanto ocurría con los continuos guiños u homenajes. Estaban perfectamenet integrados en escenas o unidades mayores, que las acogían formando un todo con un sentido dentro del conjunto. Pero ahora, de repente, da la intención de que Tarantino ha juntado los momentos que más le gustaban de lo más tirado de la serie Z del cine asiático-oriental, del spaguetti western y vete a saber de qué más, uno tras otro, como un descontrolado batiburrillo.
Los guiños se suceden formando parte, sin más, de peleas que constituyen auténticas carnicerías. El hilo narrativo es difuso y, jugando con el símbolo, deshilachado. Es cierto que, aún así, es fácil de seguir; pero simplemente porque la película tampoco cuenta NADA. Da la impresión, ciertamente, de que Tarantino ha querido demostrar que a violento e incorrecto no le gana nadie, esforzándose por mostrar sin pudor brazos cortados que despiden auténticos chorros de sangre, y bellezas similares.
Tampoco alcanza Tarantino los momentos humorísticos que lograra en otros títulos anteriores de su corta filmografía (especialmente en la brillantísima PULP FICTION). Desde luego, Tarantino sigue siendo Tarantino y demuestra que ha mamado mucho cine y que sabe con lo que juega; logra así momentos estimables, que nos recuerdan el talento de quien firma esta locura de película. Desde luego hay momentos muy entretenidos. Pero también hay otros que provocan incluso vergüenza ajena. Y esa violencia voluntaria y pretendidamente exagerada lastra muchas escenas de peleas que, seguro, hubieran mostrado un resultado mucho más notable sin ella.
En cualquier caso, tengo que decirlo, KILL BILL, no aburre. Debido a su caracter, a ser precisamente lo que es (un ejercicio voluntario de ´cine malo´, de homenaje a esas películas malas e hiperviolentas que Tarantino tanto ha admirado desde su niñez), habrá quien no la trague, vomite o se salga de la sala. Pero entre los que aguanten, no se aburrirá nadie: La película no es buena, y muchas escenas (debido a que no soy de los que vomitan ante carnicerías artificales) en realidad me divirtieron porque me produjeron cierta hilaridad... Otras secuencias me entretuvieran más dignamente, simplemente por el ritmo y espectacularidad de las peleas.
Y lo malo es que, si me apetece saber como termina todo esto (aunque bien seguro que termina como el rosario de la aurora...) tendré que volver a pagar dentro de unos meses.