Hace algún tiempo llegó a mis retinas un poco de casualidad pero también con cierto interés de refilón, una película titulada La torre de Suso. A pesar de sus trazas de película simple, resultó ser un ejercicio mucho más ameno y alegre que todo eso, y la comedia, gustó más dentro que fuera de mí. Me quedé con la copla, como se suele decir y me apunté el nombre de su director, Tom Fernández.
En esta ocasión, dos de aquellos actores repiten como protagonistas, Javier Cámara (Que se mueran los feos y Los girasoles ciegos) y Gonzalo de Castro (de la popular serie 7 vidas o Doctor Mateo), dos genios del humor actuado, por sus aspectos y por el tono de sus voces muy conscientes de sus rostros. Si entonces fue un tándem curioso y peculiar, efectivo y conciliado con un público poco exigente pero detallista, ahora no va a ser menos, y todo a través de la naturaleza, el hombre y su entorno, lejos de la urbe, lejos de las cosas que despistan las cosas que se sienten cuando se llega a una encrucijada. Si se trata de tomárselo con un poco de ligereza pero sin tonterías, adelante.
Con moralismos justos, con reflexiones vitales pero con humor, y con exageraciones más o menos aceptadas por el espectador a cada momento más curioso y relajado, me espero una película que tiene una nota exagerada en esta precrítica, porque lo que quiero es llamar la atención sobre un tono de cine, de director y guionista que merece la pena.