Pues sí. Según dejé que fuera pasando el tiempo desde mi precrítica de "Señor y Señora Smith", había ido perdiendo el interés en la película de manera tan paulatina como literalmente en picado. Hacia abajo. Cerca del mínimo interés posible que uno puede tener en algo que, poco a poco, se da cuenta que debe ser, por fuerza, una tontería.
Y eso que, lo reconozco (y de hecho no hay más que revisar mi precrítica), de primeras tenía cierto interés en la cinta. No esperanzas de calidad o de encontrarme con un buen trabajo artístico, que eso ya me lo sabía, pero sí de poder ver un entretenimiento digno, lejos de la estupidez del género en el actual US Business, etcétera, etcétera...
Y justo cuando mi interés y mis esperanzas habían casi desaparecido (vamos, tanto que ya ni me acordaba de la peli), resulta que tengo oportunidad de verla y, a grandes rasgos, responde a pies juntillas a lo que esperaba en un principio. Con detallitos a olvidar, excepciones, sí, pero con un resultado general de lo más simpático, majete y resultón. Y entretenido.
Para empezar, la pareja protagonista funciona. Brad Pitt no es Cary Grant (ni siquiera Michael Douglas en "La guerra de los Rose"... es más, ¡ni siquiera Chuache en "Mentiras Arriesgadas"!), ni la Jolie es Katherine Hepburn (¡menos todavía!... y tampoco Kathleen Turner ni Jamie Lee Curtis, gran comedianta). Pero entre ellos hay un rollo cool y de compadreo-sexual que funciona, no me preguntéis como, joder, pero funciona.
Vince Vaughn, o como cojones se llame, es el secundario cachondo perfecto. Ni un pero. Está ahí mejor puesto que un condón en el botiquín de emergencias de Nacho Vidal. Es la pieza perfecta para hacer que la historia chorrona vaya encontrando el apoyo en esta o aquella parida bien dicha. Con gracia y sorna. Como tiene que ser.
Me agrada que la película centre incluso sus tres o cuatro escenitas de acción en el humor, el cachondeo y el duelo coñero entre ambos cónyuges. Genial, porque la "acción" tal y como hoy es entendida en Hollywood me interesa menos que en qué gasta Nacho Vidal los condones de su botiquín. Explosiones, coches que dan mil privueltas estupendásticas (como diría mi compañero Beiger) y demás. Pues muy bien. Pues me la sopla. Pero hete aquí que en "Señor y señora Smith" el fuego y el ruido (furia, poca) no son más que telón de fondo y espectáculo (si acaso un bonito papel de regalo) para las bromas, los duelos, las chanzas, las miradas, las puyas, todo eso tan divertido y tan cool.
Me encanta la idea de que ese matrimonmio que ya no funciona, sin pasión ni deseo, al descubrirse sus verdaderas identidades (que les obligan, por peligro profesional, a eliminarse mutuamente) poco a poco vuelvan a sentirse atraídos físicamente, sexualmente, el uno por el otro, al ver al verdadero animal que el otro escondía. Me encanta. Pero el peligro de que la película se hunda llega cuando ambos finalmente sucumben a la tentación y eligen el beso antes que el disparo, el polvo antes que la muerte, y unen fuerzas contra el enemigo.
Se jodió, piensa uno. Ahora llega la traca final de estos dos liándose a tiros contra los malos malotes. Y de hecho la cosa arranca así. Tampoco es demasiado aburrido pero la confirmación de lo que uno acaba de pensar te lleva a una segunda sentencia: "Lo que me esperaba". Pero... ¡sorpresa final!
La tontería no se alarga demasiado (un poquito, quizás, pero ya digo que no demasiado) e incluso en el medio tiene un divertidísimo interrogatorio al "cebo". Y el señó directó elige sabiamente cuando, sabiendo que ahí no está el interés real de la cinta, decide rodar el tiroteo final con un travelling circular alrededor de sus protagonistas, espalda con espalda, pegando tiros a mansalva, en cámara lenta, y con una dulce cancioncilla de vaya usted a saber qué época.
La acción es lo de menos, los muertos, cuántos caen. Da igual. Lo importante es que cada uno (como la Jolie decía) no querría estar, a estas alturas, en otro sitio más que al lado de su pareja pegando tiros como un salvaje. Y como se quiren y cuánto se gustan. Precisamente por eso.