Me resulta de sobra conocida la historia que nos plantea este nuevo éxito de taquilla de Tom Cruise, pero aunque mi desánimo me lleve a pensar en la conformidad de una simple narración más o menos conocida y completada por gracietas y grandes alardes de acción con retoques digitales, también es cierto que me siento muy animado por la presencia de Michael Mann en la misma.
Es santo de mi devoción porque representa uno de los valuartes ya de sobra contrastado en la creación audiovisual, antes ya colocó a otros en pantalla desenfocando sus comerciales reclamos hacia actuaciones memorables en películas de (sobre todo) ambiente propio e intenso.
Puede que llegue a un punto de equilibrio y que éste me anime a acercarme al cine a seguir las evoluciones de una superestrella junto a un creador de embergadura, eso sí, probablemente los secundarios y el taxista no se salven de la quema. Eso casi lo podría prometer.