Nominada al Oscar como mejor película de animación, nominada al Globo de Oro como mejor película de habla no inglesa, premio del jurado en el Festival de Cannes, dos César y su participación en multitud de festivales internacionales, además de ser alabada por la crítica allí dónde se proyectaba. Con este breve resumen pretendo recordar los logros alcanzados por Persépolis, esa producción francesa basada en un cómic, adaptada y dirigida por Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi (la escritora del cómic en que se basa) dónde se narraba con realismo y emoción la vida de una mujer iraní. Estos realizadores vuelven a trabajar juntos cuatro años después en Poulet aux prunes (Pollo con ciruelas), adaptación homónima de otra novela gráfica de Satrapi, mostrándonos esta vez las andanzas de un músico iraní. Su periplo festivalero empieza en el Festival de Venecia.
Con los antecedentes relacionados al principio, este título promete, aunque las comparaciones siempre sean odiosas. Dada la vitalidad y frescura demostrada en su anterior film, no se puede evitar pensar que las sensaciones que vayan a transmitirnos esta vez sean menos intensas. La primera gran diferencia es que se ha llevado a la gran pantalla con personajes reales. La estructura fraccionada y desordenada de la que parece gozar su narración me ha recordado a 500 días juntos, salvando las distancias temporales y sobre todo culturales, pero acercándose en el sentido de ir quitándole las capas a una cebolla hasta descubrir que se halla al final de la historia.
Curiosidad del tono que se vaya a utilizar, asegurando el poso romántico de la trama y con muchas ganas de ver a la veterana pero siempre resplandeciente Isabella Rossellini, a la que acompañan Mathieu Amalric y María de Medeiros. Que nadie tenga la menor duda de que la película promete.