Ya tenemos otra saga de superheroes
reseteada, es el turno de Spiderman. Después de las circenses
versiones de Sam Raimi, que consiguió muchos acérrimos defensores
(no me sitúo entre ellos), empezamos de nuevo con un tono muy
distinto, mucho más centrado en la personalidad adolescente de Peter
Parker que en las capacidades arácnidas de Spiderman. Señores, los amoríos adolescentes están de moda. También es
verdad que el hombre araña siempre se ha prestado a estas
cuestiones. Para ello se
ha contado con un director, Marc Webb, que demostró con su
primera película, la excelente 500 días juntos, sus
capacidades para la comedia romántica y las relaciones modernas.
Parece que Hollywood ha encontrado,
últimamente, la clave para sus grandes superproducciones: buscar un director con un perfil de cine de personajes, más que a un
gran artesano de la acción y la aventura. La idea es que eso
equilibra la película, le da un tono más maduro, de más calidad.
La realidad es la siguiente: estas películas se dividen en dos
partes, las escenas de personajes y la acción. Las primeras las
piensa y rueda el director con buen hacer, las segundas son pensadas
y ejecutadas por la segunda unidad. No tenemos más que recordar un
caso parecido: Quantum of Solace. ¿Alguien piensa que Marc
Forster empleó medio minuto de su tiempo en planificar la
persecución de coches? Y claro, así de pobre resultó la última
entrega de Bond. El problema es que, por mucho trasfondo de autor que
se le quiera dar a estos títulos, gran parte de su metraje se
resuelve en acción, explosiones, persecuciones, peleas... y sí, la
segunda unidad sabe de sobra como rodarlas, tienen sus extras, sus
coreógrafos, sus aparatitos y mucha experiencia. Pero hace falta
algo más: Talento. El talento que se requiere para que todas las
escenas de acción no nos resulten trilladas, monótonas, aburridas. Y
sí, hay pocos directores que te sepan rodar una escena romántica,
un interesante diálogo y una pelea colgando de una telaraña.
Probablemente resultan más caros y no se dejan mangonear por el
productor. Mucho me temo que Marc Webb, cuya primera película me
maravilla, no es uno de ellos.
Un último repaso: el nuevo Spiderman,
como bien sabréis, es Andrew Garfield (el pringao de La red
social), que es un actor muy convincente con un perfil que encaja
bien en el personaje. Para los más frikis, hay que comentar que esta
nueva saga sigue la linea de Ultimate. Tenemos a la guapa Emma
Stone y al excéntrico Rhys Ifans. El reparto no va a
fallar. Será en 3D, pero que no os engañen, por mucho salto y por
mucho artificio que tenga, nunca vale la pena.
Seguramente habrá cierta calidad y un
guión más sólido (aunque vaya especialmente dirigido a los
adolescentes) pero en los momentos clave echaremos de menos la
potencia de Raimi.