Crítica de la película La delicadeza por Olmo

Zumo de albaricoque


3/5
07/07/2012

Crítica de La delicadeza
por Olmo



Carátula de la película La delicadeza es todavía en los tiempos que corren una mariposa de colores vivos y llamativos, tan inusual, brutal y rompedora como auténtica, devastadora y conquistadora. La formule de los Foenkinos es la conversión del amor de modo cine en el que todo vale para mentir e ilusionar al personal de un modo cariñoso y fraudulento a modo vida real con todo lo que ello supone para el espectador. Porque es la historia de amor que elegiríamos algunos. Y ese aspecto de la cinta es a mi modo de ver su mayor potencia en bruto, que no es necesario el desfibrilador para corazones enfermos, solitarios, vacíos o rasgados. Y, lo sé, en el cine todo vale y todo aumenta de tamaño y las mujeres son extremadamente bellas y el tiempo se para, las palabras encajan... ¿Pero acaso todo no vuelve a su tamaño original? ¿A su esencia? Además, ¿no veníamos a eso?

Digamos que sin ser una delicatessen por el contrario es delicada, muy delicada. Está hecha con cariño, ternura y es respetuosa con el espectador. Yo pedía insonorización y la hay. Se respetan los tiempos, se disfrutan las muecas, te divierten las situaciones, descansamos viéndoles pasear por un bello jardín con el único y sencillo propósito que pasear y nos enternecemos cuando la cutrez de un restaurante chino se convierte en un restaurant de alto copete y la más brillante de las estrellas como acompañante, Audrey Tautou. A quien por cierto acuso una extrema delgadez de la que ¿habría que preocuparse? Chismorreos a un lado, nuestra musa francesa es demasiado perfecta y no necesita más que pasearse para agradar y sentirse querida por el público. Si había que exagerar por lo menos hacerlo a lo grande.

Una velada mucho más allá del romanticismo cinematográfico más banal que se pasea por un terreno menos luminoso y caricaturesco y que por el contrario responde a una demanda de mutilados por amor que en esta ocasión no tienen que tirar de pañuelo ni abrir una caja de bombones. Una lástima haber aterrizado directamente en la sala de cine sin tener antecedentes de la novela, una lástima. Al igual que con La elegancia del erizo, este es el cine francés llano y universal que quieren las masas. Y ahora, a pedir un zumo de albaricoque, eso sí, con delicadeza...




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