El Festival de Cine de Roma ha otorgado el Marco Aurelio de Oro a las películas Opium War del realizador afgano Siddiq Barmak y Resolution 819 del italiano Giacomo Battiato, poniendo fin así a una edición con escasa repercusión mediática, lo que ha avivado la polémica sobre la reciente decisión del certamen de prescindir de las estrellas y el cine norteamericano.

La primera consecuencia ha sido la dimisión de dos de sus figuras relevantes: Giorgio Gosetti, director de la sección Cinema 2008, y Teresa Cavina, responsable del área de mercado de cine internacional del certamen. Los motivos de ambos apuntan, según ellos mismos han declarado, a la nueva orientación "estratégica y cultural" del Festival.

Tras el cierre de la tercera edición, lo que parece innegable es que la Festa de Roma no encuentra el espacio que buscaba en el ámbito de los festivales cinematográficos, evidenciándose que la poderosa presencia y cercanía de la Mostra de Venecia es una traba gigantesca para su crecimiento.

Además, en Italia son cada vez más las voces críticas que continúan señalando que la decisión del Ayuntamiento romano de prescindir del glamour del cine norteamericano ha dañado mucho al Festival de la capital italiana, que podría haber crecido al menos en lo que a presencia mediática se refiere, tras una primera edición en la que brilló con la visita de varias estrellas de primera línea, como Nicole Kidman o Leonardo Di Caprio. Este año, apenas sí se ha contado con Al Pacino, Colin Farrell y Viggo Mortensen.

Volviendo al palmarés de esta tercera edición, el premio a la mejor actriz ha ido también para Italia: Donatella Finocchiaro ha sido galardonada por su interpretación en Galantuomini, de Edoardo Winspeare. El premio al Mejor Actor ha ido a manos de Bohdan Stupka por su papel en el film polaco-ucraniano Serce na dloni de Krzysztof Zanussi.