Todos los sábados, a lo largo de 10 meses, cuarenta chicos reclutados en diferentes escuelas de Wuppertal, ensayan en la compañía de Pina Bausch y bajo la mirada de la propia coreógrafa para montar el espectáculo "Kontakthof".
"Kontakthof", que significa "zona de contacto" y, por extensión, "casa de cita" fue estrenado en 1978 con mucho éxito. Pequeños fracasos, desesperados intentos de acercamiento y la frágil línea entre ternura y la brutalidad: todos estos sentimientos y otras inquietudes es lo que la coreógrafa consigue escenificar y transmitir en esta creación.
Los alumnos pertenecen a todo tipo de familias, viven en medios económicos muy diferentes, la mayoría no había bailado nunca y, mucho menos, danza contemporánea. Sus pensamientos o reflexiones sobre el trabajo, su familia, su personalidad o sus primeros amores van madurando al mismo ritmo que avanzan los ensayos.
Algunos tienen historias duras, reveladas a lo largo de la película. La bailarina que interpreta la "chica de rosa" acaba de perder a su padre. Otra relata su experiencia en la guerra de la antigua Yugoslavia. Otro, musulmán rumano, explica las dificultades de su familia para integrarse en otra sociedad. Entre todos conforman un retrato actual de la juventud alemana.
Con el trabajo de todos y especialmente la labor de dos bailarinas de la compañía, Joséphine Ann Endicott y Béatrice Billet, los chicos van descubriendo el sentido, la fluidez del movimiento, la belleza de la obra y la de su propia interpretación. Es la magia y también la forma de crear de Pina Bausch.
La presencia discreta y afectuosa de Pina Bausch ilumina algunas secuencias de la película; por ejemplo, cuando asiste por primera vez a los ensayos y los chicos, que apenas la conocían, se quedan paralizados. En unos instantes, con algunas frases y toda su humanidad, los reconforta y consigue que, confiados, descubran su propia expresión.