Cuando los niños de un grupo infantil de natación de la piscina de un polideportivo municipal comienza a nadar sin cinturón, acusan al monitor de dar un beso a uno de los niños, algo que hace que los padres se preocupen y se inquieten. Anna, la directora del club de natación, se enfrenta a un difícil dilema y pide explicaciones a Jordi, el monitor. Las versiones sobre el beso no coinciden. ¿Se trata de un gesto de afecto para calmar a un niño asustado o detrás se oculta alguna otra cosa? La sospecha alimenta el miedo, y esta genera violencia. Hèctor, el otro monitor de la piscina, se desentiende de Jordi y se embarca en una batalla de dudas y temores. No se mete, no se pronuncia. Su silencio es el de la conformidad, el de las mayorías sumisas.