Encerrado y vigilado en un cuarto de 3 x 1.50 metros, Lázaro se enfrenta a un aislamiento absoluto y por un tiempo totalmente indefinido. Entre la esperanza de ser liberado y la constante amenaza de ser ejecutado, la mente de Lázaro es puesta a prueba cada día. En este camino al filo del abismo, aparentemente no tiene nada, absolutamente nada a lo que sujetarse. Sin embargo, desde la pérdida, la privación y la cercanía con la muerte, Lázaro, a través de la aceptación de esta nueva realidad, con imaginación, y recordando sus sueños y recuerdos encontrará respuestas, amor y libertad en lo único que le queda: el espacio interior.