Crítica de la película El leñador por William Munny

Se centra en el caso


4/5
23/11/2005

Crítica de El leñador
por William Munny



Carátula de la película Con la serenidad que necesita este tipo de temáticas porque se pueden marchar al garete a la mínima subida de todo al respecto, "El leñador", que desde el principio hasta la entrada de ese policía algo fuera de lugar, en el final de conversación ambigua se explica su existencia, viaja en un rumbo propicio en el que nos hacemos a la idea de un personaje que viaja por el mundo del tormento lento y doloroso. Con una interpretación correcta pero nada más, se nos cuenta una historia de ayuda, una historia de miedo, una historia de huída de un pasado que es difícil de corregir. Los escenarios, desagradables por su vacío sucio, vienen a completar a ese personaje que el interés de una dama dura y descreída despierta. Escenas de sexo nada truculentas, confesiones justas y personajes en forma de compañeros de trabajo que no teniendo más remedio que mostrarlos para crear un climax rompedor, son llevados con lo justo para que no salpiquen a lo se estaba haciendo bien. Doy las gracias por no dejar aparecer demasiado a Bratt.

Después, con la necesidad de explotar la situación, aparece una caperucita roja bastante evidente que hace caer la película en una dirección forzada, pero que de forma talentosa y tan solo dejando caer el ritmo lento de la película no se desborda manteniendo lo más importante, nuestro personaje Walter, con el peso. Él lo sustenta y por esto, las cábalas para hacer coincidir caperucitas, Candys y niños no acaba por romper el desinterés por la decisión unánime del bueno y del malo. Supongo que la ambientación y el ritmo no necesitaban tanta ayuda del simbolismo, pero es solo una opinión.

Como bien comenta Walter, "Acaso no tenemos todos algo que ocultar". La película se provoca así misma problemas, tratando de hacerla más ágil, más comprensible, pero luego tiene que ocultarlos a fuerza de colocar todo demasiado a pedir de boca en un final un pelín rápido pero que no se pierde en distracciones.

Merecedora de atención y un aplauso ajustado a su mérito, es un ejercicio medio limpio y desde luego más fiero y sincero que otros del mismo género que solo muestran suciedad en lugar de expresar sufrimiento y una delgada línea que se está a punto de sobrepasar. Es difícil convertir sin giros de guión al malo de la película en bueno.






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