85ª edición de los Óscars

La 85ª edición de la entrega de los premios de la Academia, los Óscars vaya, se presentaba como una de las más reñidas y menos claras de los últimos años. Argo venía arrasando allí por donde pasaba pero la ausencia en la nominación de mejor director de Ben Affleck no auguraba nada concluyente.

Finalmente, se puede decir que el palmarés de esta edición fue más o menos salomónico. Michelle Obama, acompañada por Jack Nicholson, al filo de las 06.00 (hora española) desveló que la mejor película era Argo, posibilitando un fin de fiesta en el escenario con Ben Affleck y George Clooney, entre otros. Argo es una cinta disfrutable, con buenas perspectivas para su director, pero que no se trata de ninguna maravilla, ni será una película de la que nos acordemos dentro de quince años. Al verla entran ganas de revisitar Cortina rasgada, la verdad.

Una de las sorpresas de la noche fue el galardón a Ang Lee, personalmente es uno de los mejores directores vivos, por La vida de Pi, una cinta que con cuatro estatuillas es la triunfadora en cuanto a número de galardones. Se trata de su segunda Óscar tras el de Brokeback Mountain.

Se podría resumir esta gala como otra noche nefasta para Steven Spielberg. Parece que a la Academia le gusta reconocer al Rey Midas en nominaciones y dejarle con la miel en los labios en el patio de butacas. Lo mismo que suele hacer sistemáticamente con Meryl Streep que fue la encargada de darle el Óscar a mejor actor principal a Daniel Day-Lewis que, de esta manera, se convierte en el mejor actor de la Historia (3 Óscars a mejor actor principal pese a igualar en número a Jack Nicholson, que uno de ellos es a reparto).

Impecable labor la de los Weinstein que supieron sacarle el partido a El lado bueno de las cosas con el Óscar a Mejor Actriz Principal a una Jennifer Lawrence que se resbaló al subir a recoger su premio, visiblemente nerviosa y sorprendida, y que ha sido considerada como la mejor vestida de la gala. Una pena por Emmanuelle Riva, que se lo merecía como ninguna.

Anne Hathaway cumplió con los pronósticos a pesar de su potente entrada en la alfombra roja con un vestido que hizo dudar acerca de la verdadera temperatura que hacía en Los Ángeles o de las costuras del mismo. Su I dreamed a dream le reportó una estatuilla con un discurso de agradecimiento casi más largo que su papel en Los miserables.

En la categoría de Mejor Actor Secundario, segundo Óscar para Christoph Waltz que le debe la vida a Quentin Tarantino que obtuvo su segundo Óscar como mejor guionista original.

Del resto de premiados, destacar otro de los Óscars cantados, el de Amour que fue recogido por el siempre sobrio Michael Haneke que se quedó a las puertas en guión original y dirección.

Skyfall, la nueva película de la franquicia de James Bond, obtuvo dos Óscars, a mejor canción original para una impresionante Adele, a pesar de un sonido algo defectuoso en su interpretación en la gala; y un delirante ex aequo en mejor montaje de sonido. Una pena que Roger Deakins, el gran director de fotografía que optaba a su enésimo Óscar por Skyfall se haya vuelto a ir de vacío.

Por lo que se refiere a nuestro representante español, Paco Delgado, se fue de vacío al no poder imponerse al diseño de vestuario de Anna Karenina.

La gala de anoche fue eminentemente musical, con un Seth MacFarlane que lo intentó lo indecible en un formato que siempre resulta rígido, con un largúisimo monólogo inicial trufado de números musicales, al más puro estilo de Padre de familia, con una canción llamada We saw your boobs y con la aparición estelar de William Shautner (Capitán Kirk). Repartió lo que pudo, con chistes más manidos y otros más ocurrentes, pero demostrando que en Hollywood sí que saben hacer este tipo de galas.

Se trató de una edición que homenajeó los 50 años de James Bond con un montaje audiovisual y con una interpretación en directo de Shirley Bassey de Goldfinger que quitó el hipo. Para cerrar los números musicales, la impresionante actuación de una Barbra Streisand que a sus 71 años dejó boquiabierto al mundo.

Y por último, el número musical con todo el reparto de Los miserables sobre el escenario fue soberbio. Con esa duración en la película le hubiese dado el Óscar, sin duda.

En fin, argoderse toca.