Ang Lee ha presentado en San Sebastián Taking Woodstock, una rememoranza del célebre festival a través de la cual Lee ha explicado que quería volver a hacer comedia. El realizador ha reconocido en San Sebastián que tras sus anteriores e "intensos" trabajos, quería hacer algo de ese género, y que la novela en que se basa el film le permitía hacer algo "divertido" sobre aquella "edad de la inocencia".
En rueda de prensa ofrecida tras el pase del film en una de las salas del Kursaal donostiarra, Lee añadió que los muchos años que lleva en Estados Unidos le han ayudado a dar una visión diferente "y más fresca" de los célebres hechos ocurridos en Woodstock., así como de otros instantes de la vida americana en otras cintas suyas ("como en el caso de La tormenta de hielo", según citó él mismo).
A veces, "se necesita de realizadores extranjeros" para poder dar esa visión "diferente a la de directores norteamericanos", explicó. Para ello, siempre ha estado "al tanto", siempre "con los ojos muy abiertos". Lee quiso dejar claro que está orgulloso de que su punto de vista "siempre será oriental", pero cree que también ha sabido "adaptarse" y aprender de la cultura del Cine Occidental.
La contracultura
Respecto a Woodstock, y cómo las nuevas generaciones pueden entenderlo a través de su film, Lee expresó su interés en que muchos de los jóvenes actuales sepan cómo sus padres también fueron rebeldes en busca de "una contracultura".
Lee también habló sobre la pobre distribución que el film tendrá en España (sólo ocho copias). Reconoció no saber el por qué de esta decisión, aunque la calificó de "empresarial".
Preguntado por la permanencia hoy día, o no, del espíritu hippy de Woodstock, el realizador asumió que el esfuerzo por un mundo más pacífico siempre persiste, si bien desea que temas como la influencia de las drogas "hayan pasado". Hay que olvidarse, dijo, "de la imagen del pelo largo y chicos portándose mal".
"Hay cosas que han muerto y no volverán, pero la necesidad de un mundo en paz sí persiste".