Ya se acaba el Festival de Cannes, una edición que no pasará a la historia pero que ha dejado un buen puñado de películas que estarán en mucho Tops de final de año. Ha sido especialmente llamativo la debacle del cine francés que, con cinco películas a concurso, ha sido recibido con frialdad cuando no con abucheos. Ahora sólo queda esperar al palmarés.
Michel Franco, con sólo cuatro películas, es ya un habitual de Cannes. En 2009 estuvo en La Quincena de Realizadores con Daniel y Ana, en 2012 ganó Un Certain Regard con Después de Lucía (que nosotros pudimos ver en el Festival de San Sebastián), y este año ha dado el salto a la Sección Oficial con Chronic, rodada en inglés y con Tim Roth como protagonista.
El director mexicano vuelve a usar un tono seco y áspero en el que brilla con luz propia un Tim Roth omnipresente que ya suena como premiable para mejor actor por su papel de enfermero y cuidador. La historia no es nueva, una persona con drama, incapaz de relacionarse, busca la redención de algún tipo de trauma cuidando a personas cercanas a la muerte. También la eutanasia y la muerte digna revolotean por el ambiente. Michel Franco consigue dotar de interés a la historia dosificando muy bien las píldoras de información que ofrece y poniendo el foco en lo que siente el cuidador, en como ve él a sus pacientes y familiares, en vez de hacer lo habitual cediendo el protagonismo al enfermo. Un abrupto final, marca de la casa, ha levantado debate entre los asistentes al pase. ¿Era necesario o una provocación gratuita? Personalmente no es el final que yo hubiera elegido, pero no me ha molestado en absoluto.
Había mucha curiosidad por como interpretaba el cine de artes marciales, el wuxia, Hou Hsiao-Hsien. El director taiwanes hasta ahora nos había ofrecido un cine sobrio, pausado, extremadamente contemplativo, cosas que no tienen nada que ver con las películas de artes marciales. Claro que su visión de ese tipo de cine tampoco tiene nada que ver con lo que conocíamos. The Assassin es visualmente una maravilla. La forma que Hou Hsiao-Hsien juega con los colores, los formatos de pantalla (cambia de uno a otro para volver al primero después), los encuadre, la luz, la presencia de la naturaleza… es una maravilla. Uno puede quedarse embelesado mirando la colección de postales que nos ofrece la película. Es curioso como en un género tan excesivo como este Hsiao-Hsien aplica su habitual sobriedad y tranquilidad. Las peleas son una maravilla, a base de realismo, brevedad y concisión. Narrativamente, eso si, la película es muy pobre. Una historia de traiciones, clanes enfrentados, amores e infidelidades que, sin ser demasiado complicada, está contada de una forma tan esquemática que cuesta seguirla. Imágenes de gran belleza que parecen no tener más propósito que el goce estético, por encima de lo que necesite el guión. The Assassin se pliega tanto a la belleza como un blockbuster a los efectos especiales digitales. No importa el qué ni por qué si queda bonito en pantalla.
Muy poco conocido fuera de su país, en el que si tuvo bastante éxito con su anterior película Snowtonwn, el australiano Justin Kurzel ha debutado en Cannes con el drama escocés Shakespeariano Macbeth, con Michael Fassbender y Marion Cotillard como estrellas protagonistas y con el apoyo de los hermanos Weinstein, que tienen los derechos de distribución para Estados Unidos.
Es esta una película tremendamente solemne. Cada plano, cada diálogo, cada soliloquio, desprende un aura de gravedad e importancia que termina por convertirla en una película plana. También cae en error de muchas adaptaciones teatrales y de Shakespeare en concreto: ser demasiado fiel al texto. El dramaturgo inglés escribía teatro, no cine. Los recursos y verbalizaciones que se hacen en un género no tienen porque valer para el otro. Shakespeare era un genio dibujando personajes, sentimientos, miserias humanas, eso es lo que hay que tomar de su obra, no el texto. Por ejemplo, en esta adaptación no han conseguido captar el carisma y la fuerza de Lady Macbeth (a pesar de contar con Marion Cotillard), el auténtico motor de este drama.
El cine de animación nos regaló hace unos días, con Inside out, uno de los mayores placeres cinematográficos que hemos podido ver en esta edición de Cannes. Hoy El Principito vuelve a ser de lo más destacado de la jornada aunque sin llegar a la cota de excelencia de la película de Pixar. Producida por los Weinstein y dirigida por Mark Osborne (Kung Fu Panda) esta película no es una adaptación del fantástico libro de Antoine de Saint-Exupéry, es la historia de como una niña descubre el texto y su significado. Es curioso que las dos películas de animación de Cannes hayan tenido a la infancia y madurez como ejes de sus argumentos. Si Inside Out reflejaba el paso de la infancia a la adolescencia, El Principito reclama la necesidad de no perder la inocencia de la infancia al crecer.
El Principito mezcla dos estilos de animación totalmente distintos. Uno inspirado en los dibujos del propio Saint-Exupéry y el otro deudor de Pixar, para los pasajes que recrean el libro original y para los añadidos nuevos respectivamente. Las dos historias están perfectamente narradas y el tono es suficientemente infantil para gustar a los pequeños, pero con numerosas reflexiones y guiños que habrá que ser adulto para entenderlas. Que menos, tratándose de El Principito. La película va in crescendo para llegar a un emotivo final al que acompaña una banda sonora espectacular obra de Hans Zimmer y Richard Harvey.